Easy Rider es un toro de raza charoles que está en el centro
del escenario y de la polémica. Aparece en la ópera Moisés y Aarón, y después de
tres semanas en París, la obra del austriaco Arnold Shönberg llega al Teatro
Real de Madrid.
En la red son ya más de 40.000 firmas las que reclaman al
Ministerio de Cultura que prohíba la obra, o al menos evite que el toro sea
expuesto a luces, sonidos intensos, transporte constante y lo que consideran un
estrés innecesario. Estiman que el uso de animales en cualquier tipo de
entretenimiento es cruel y vejatorio.
En París, algunos ya acusaron a la ópera de maltratar y
drogar al toro. El director de la puesta en escena lo niega y cree que el
animal es insustituible: “es absolutamente necesario para mí, y para el libreto
del autor, que aparezca un animal vivo”, asegura Romeo Castelucci.
Desde la dirección del teatro madrileño lamentan que la
polémica empañe esta producción en la que participan más de 400 personas. “La empresa que lo trae cuenta con todos los
permisos y autorizaciones necesarios para tener a su cuidado un toro. Se han
cumplido las normativas europeas para el transporte intercomunitario de animales”,
asegura Ignacio García Belenguer, director del Real.
La obra puede verse en siete funciones entre el 24 de mayo y el 17 de junio. De
momento, la participación del “actor” convertido en protagonista está fuera de
dudas.