La restauración del castillo de Matrera de Villamartín (Cádiz)

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COMPARADA CON EL ECCE HOMO

La restauración del Castillo de Matrera, finalista de unos prestigiosos premios neoyorquinos

A pesar de las críticas de numerosos expertos, que consideraron todo un exceso la superficie blanca que se ha levantado para sostener los restos de los muros, la restaurada torre del Castillo de Matrera, en Villamartín (Cádiz) figura ahora entre las finalistas en el apartado de rehabilitación de los galardones A+Architizer.

La polémica restauración de la torre del Castillo de Matrera, en Villamartín (Cádiz), es una de las obras finalistas de los prestigiosos premios neoyorquinos A+Architizer, todo un referente para seguir las propuestas más innovadoras de la arquitectura mundial. La restauración de este castillo, un conjunto cuyo origen se ubica en el siglo IX, fue duramente criticada por diversos expertos, que consideraron todo un exceso la superficie blanca que se ha levantado para sostener los restos de los muros.

Las críticas a este trabajo llevaron a que la polémica se extendiera incluso en medios de comunicación de varios países. Sin embargo, la rehabilitación, obra del arquitecto Carlos Quevedo Rojas, figura ahora entre las finalistas en el apartado de rehabilitación de los galardones A+Architizer, según aparece en la web de este certamen.

Compite en esa categoría junto con finalistas de la talla de las restauraciones del complejo The 28th Street Apartments de Los Ángeles; el Macy's Herald Square de Nueva York; el edificio Patria de la ciudad belga de Kortrijk; o la restauración del 25 rue Michel le Comte de París, según recoge la web de estos premios que celebran este año su cuarta edición. El certamen, que tiene como misión promover y celebrar lo mejor de cada año en arquitectura, cuenta con cien categorías, cuyos ganadores serán anunciados el próximo 12 de abril.

La criticada restauración de la torre del castillo de Matrera de Villamartín, un conjunto privado calificado como Bien de Interés Cultural (BIC), se llevó a cabo en el 2015, un año después de que, tras un periodo de intensas lluvias, se cayera la bóveda y un muro de esta construcción militar abandonada hace más de cinco siglos. Al caerse la bóveda, de la fortaleza sólo quedaron los restos de dos muros, sobre los que se ha realizado una intervención que ha tratado de consolidarlos y de recuperar la volumetría que había perdido la torre. Para ello se han levantado, sobre la altura de los restos de los muros originales, unas paredes revestidas con mortero de cal blanco, cuyo resultado final ha sido para muchos demasiado llamativo.

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