¿Sirve de algo contar el horror?, ¿narrarlo a través de una cámara y mostrarlo al mundo? La periodista siria Waad Al-Kateab ha querido grabarlo por su hija Sama, para que conozca la durísima situación en la que nació y para que sepa por qué sus padres tomaron la decisión de arriesgar sus vidas quedándose en Alepo hasta la rendición de la ciudad y el exilio.
Al-Kateab comienza a grabar en el año 2012, siendo todavía universitaria, durante las primeras protestas contra el régimen de al-Asad. Su relación de amistad con un médico activista aficionado a las camisetas con mensajes sarcásticos –born to win y do not disturb- le da acceso a un hospital de campaña.
Horror, dolor y vida
Las imágenes que forman el documental son insoportables, algunas solo pueden verse con los ojos cerrados: heridos, muertos, bombas, sangre, intervenciones quirúrgicas sin medios, la desesperación de unos hermanos, el desconsuelo de unos padres. Pero no es solo dolor lo que registra la cámara. Waad Al Kateab muestra también que la vida sigue. Vemos su boda, su nueva casa, su test de embarazo, sus dudas. Son 500 horas de grabación para Sama que se han convertido en un documental de 90 minutos para el mundo.
Hace tres años la revista 5w reunió a las reporteras de guerra Maruja Torres y Mónica García Prieto para que conversaran sobre su profesión. Ninguna de las dos estaba segura de que contar los conflictos desde el punto de vista de las víctimas sirviera para algo. "Pero si no lo hacemos, podría ser peor", concluía Torres. Bastante peor.
Waad Al-Kateab vive ahora refugiada con su marido y sus dos hijas en el Reino Unido. Para Sama puede verse en cines y en Netflix.
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