Tiempo de terrazas. La gastronomía de intemperie

El primero de los requisitos que debe cumplir una terraza son las vistas. Ubicaciones privilegiadas como la que tiene en el Museo Reina Sofía la terraza de Arzábal, con casi 1.000 metros cuadrados entre árboles y plantas que nos hacen olvidar el tráfico de la zona en la que se encuentra, Atocha. El patio de Matadero es también de las más peculiares porque el espacio permanece casi aislado del mundanal ruido por los muros que le rodean.

Ya ganando altura, la terraza del Hotel ME Reina Victoria, en la plaza de Santa Ana, es una de las primeras que se ganó fama entre los madrileños por el panorama que ofrecía. Una ruta aérea a la que se se unieron la terraza del Círculo de Bellas Artes, la del Ayuntamiento de Madrid o la del Hotel Suecia. Mucho ojo a la remodelación que está preparando Paco Roncero en su terraza en el Casino de Madrid. Estaremos atentos.

Entre las que nunca cierran se encuentra The Hat. Pegada a la plaza Mayor, con vistas a la cúpula de la iglesia de San Isidro, es una de las alternativas preferidas por los que quieren disfrutar de una terraza y de una gastronomía al aire libre sin que su economía quede resentida.

Durante los martes de este inmimente verano su propuesta culinaria se verá reforzada por la participación de varios de los cocineros más interesantes del foro: los cocineros de TriCiclo, Medea, La Raquetista, Tripea y Tres Por Cuatro. Uno de los dueños de The Hat, Alfonso López, nos explica más detalles de su terraza y de este festival bajo el sol.