El artista estadounidense Paul McCarthy, autor de una ambigua escultura a medio camino entre un árbol de Navidad y un juguete sexual gigante, se negó este sábado a reponer la instalación, que fue atacada la madrugada del mismo día en París.
El polémico montaje hinchable, de 24 metros de alto y llamado "Árbol", se había plantado en la Plaza Vendôme, junto a sus exclusivas joyerías y hoteles de lujo, por encargo de la Feria Internacional de Arte Contemporáneo (FIAC) que abrirá sus puertas al público del 22 al 26 de octubre. La indignación por el supuesto parecido de la obra con un consolador, que se expandió de forma viral en las redes sociales, se materializó cuando unos individuos desconectaron los cables que lo mantenían erguido. Poco antes de las 03:00 hora local, según explicó una fuente policial, varias personas aprovecharon un descuido del vigilante para cortarlos, lo que hizo que la escultura se cayera y que sus encargados decidieran desinflarla temporalmente.
La FIAC anunció después que McCarthy, de 69 años de edad, no quería verse implicado en este tipo de altercados ni contribuir a que surgieran otros si la obra se reinstalaba, por lo que se negó a que la recolocaran. Entre quienes han expresado su condena a ese ataque figuran la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, y su responsable de Cultura, Bruno Julliard, para quien lo que avergüenza y humilla a Francia no es esa obra, sino los "imbéciles que la degradan".
Con esa declaración recuperó los términos utilizados por el grupo conservador radical 'Printemps Français', que había denunciado que suponía una humillación para la ciudad y desfiguraba la elitista plaza. El artista, conocido por sus obras provocadoras, ha admitido la similitud entre su instalación y el tapón anal que sus detractores ven en ella. "Todo forma parte de una broma: Al principio, tenía la sensación de que el tapón tenía una forma similar a las esculturas de Brancusi. Luego me di cuenta de que se parecía a un árbol de Navidad. La gente puede ofenderse si quiere ver en él el consolador, pero para mí está más cerca de la abstracción", dijo a 'Le Monde'.
Poco después de la instalación de la escultura, un hombre abofeteó varias veces al artista y le reprochó que no es francés y que su creación no pinta nada en ese selectivo enclave. McCarthy, sorprendido pero no herido, llegó a preguntar entonces a los medios presentes si era normal que ese tipo de cosas sucedieran en Francia.
En su defensa salió la directora artística de esta 41ª edición de la FIAC, la neozelandesa Jennifer Flay, quien afirmó que la obra, que ha recibido todas las autorizaciones oficiales necesarias, era lo suficientemente ambigua como para no herir susceptibilidades. "¿Para qué sirve el arte, si no es para alterar, para cuestionar, para revelar fallos en la sociedad?", se preguntó la representante del salón, que admitió que no es "ni una sorpresa ni un secreto" que McCarthy haya jugado con la ambigüedad.