Publicidad

EN AGRADECIMIENTO A LA HERMANA LÁZARO

Varios ataúdes con personas vivas en su interior desfilan por las calles de Santa Marta de Ribarteme, en Pontevedra

Es una de las procesiones más llamativas y antiguas de toda España. Desde el siglo XIV no faltan quienes piden la intercesión de la Virgen o le dan las gracias por superar enfermedades graves, y para ello se meten en un ataúd.

Un grupo de penitentes han sido porteados dentro de ataúdes en la romería gallega más ancestral, la de Santa Marta de Ribarteme, en el municipio pontevedrés de As Neves, en agradecimiento a la hermana de Lázaro, protectora de los desahuciados, tras superar un duro trance en sus vidas.

Esta romería, de la que hay referencias escritas que datan de 1700, aunque varias teorías remontan sus orígenes a la Edad Media, atrae cada año a cientos de fieles de la santa y a otros tantos curiosos, si no más. Y es que tiene mucho tirón que el diario británico 'The Guardian' la considere desde hace años como una de las festividades más raras del mundo. En ella, los penitentes se someten al trance de ir en féretros y amortajados para agradecerle a la santa su intercesión para que ellos, sus familiares o allegados se recuperasen de graves enfermedades.

En el caso de los niños, los féretros, de color blanco, suelen ir vacíos. Porteadores y familiares se encargan del avituallamiento, principalmente líquido, de los "ofrecidos" o "muertos-vivos" durante el recorrido desde la iglesia de Santa Marta hasta el cementerio y vuelta al punto de partida.

El sonido de las campanas, acompasadas con las bombas de palenque y un cántico repetitivo -"Virgen de Santa Marta, reina de la gloria, todo el que se te ofrece sale con victoria", y "Virgen de Santa Marta, estrella del norte, te traemos a los que vieron la muerte"- dan mayor solemnidad a la comitiva.

Algunos de sus integrantes visten una especie de mortaja hecha de tul y portan un bastón y una vela, que bien traen de casa o la adquieren en los múltiples puestos con cirios de todos los tamaños y exvotos instalados en los alrededores de la parroquia. La de Santa Marta de Ribarteme no es la única celebración religiosa de Galicia donde la muerte, o más bien la resurrección, es la protagonista.

En Moraña, a la romería de los Milagros de Amil acuden devotos de rodillas, con cadenas e incluso en ataúdes, y en A Pobra do Caramiñal, en la provincia de A Coruña, los fieles que han hecho sus promesas cargan sus propios féretros en la procesión de las mortajas, en el marco de las fiestas del Nazareno.

Publicidad