Si a los 10 años un niño le dice a su padre "a veces no entiendo a Einstein", otro de 5 años contesta al médico "me duele todo, hasta el cúbito y el radio" o insiste en que en clase no habla porque no le comprenden, probablemente son niños con altas capacidades intelectuales.
Así lo explica la periodista Carme Giró en un libro, publicado por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), en el que se aproxima a la vida diaria de los niños con altas capacidades intelectuales tras entrevistar a numerosas familias con hijos superdotados.
En diez capítulos, el libro 'El club de los Superman. El día a día de los niños y niñas superdotados' recoge "testimonios reales de muchas familias, niños y profesores del entorno de la superdotación", con el objetivo de desmitificar estereotipos. "No se trata de niños que tengan la vida resuelta, no aprenden solos, ni sacan siempre buenas notas", ha dicho a Carme Giró basándose en los datos obtenidos tras entrevistar a las familias.
Según la autora y los expertos cuyas aportaciones aparecen en el libro, los niños con altas capacidades se caracterizan por "tener una velocidad de aprendizaje más rápida" y "para desarrollar todo su potencial y no acabar frustrados, necesitan apoyo emocional".
La motivación en el colegio y que los profesores confíen en el niños "son básicos" para su desarrollo, argumenta Giró, que afirma que el sistema educativo "cada vez tiende más a colocar a cada niño, con sus particularidades, en el centro del proceso de aprendizaje, por lo que la tendencia es a atender mejor sus necesidades".
Sin embargo, para Giró "sigue habiendo ideas preconcebidas que se deben derribar" y cita como ejemplo que demasiadas veces los alumnos con altas capacidades deben escuchar en la escuela frases como "espera", "eso ahora no toca", "ya sé que lo sabes, ahora deja responder a tus compañeros", "no tengo tiempo para explicarte esto, nos quedan muchos temas por hacer". Estas situaciones "conllevan el riesgo de que el niño con altas capacidades se aburra, acabe frustrado y tienda a esconder su talento", según Giró.
"¿Alguien se imagina al padre de Messi diciéndole que no meta tantos goles?", se pregunta en el libro la periodista para equiparar diferente situaciones de talento. Un niño de seis años, ante la frustración que vive en el colegio, propone a su madre: "Sería chulo que en la escuela todos tuviéramos un dossier, un libro y una tableta y que cada uno siguiera su ritmo; la profesora nos iría ayudando a todos, a los que van más rápido y a los que van más lentos", recoge la periodista. Otro niño de 8 años sorprende a su madre al contestarle "Mamá, es que, de verdad, hacer esto no me hace falta", cuando ella intentaba por enésima vez que su hijo hiciese una hoja de cálculo de deberes.
El libro refleja otras situaciones como cuando algún padre asegura que a su hijo de 8 años "los vídeos que más le gustan son los de operaciones quirúrgicas" o cuando explica que, con la puerta abierta de casa, una vecina oyó cómo una madre decía a su hijo "deja de leer y ponte a jugar, con la sorpresa evidente de la vecina". Según la autora, muchos padres se ríen cuando alguien les acusa de estimular demasiado a su hijo, porque "los niños del club de los supermanes ya salen estimulados de serie".
Aunque a los niños de altas capacidades les gusta mucho aprender "no hay que centrarse sólo en el tema intelectual", ya que estos niños son "muy sensibles y necesitan, quizás más que otros, el estímulo de un abrazo, de un beso, de una sonrisa, saber que les entienden, les apoyan y les quieren para poder desarrollarse plenamente", afirma la periodista.
La obra también recoge la opinión de expertos como la del catedrático de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación de la Universidad de La Rioja Javier Tourón, que afirma que "el talento que no se cultiva se pierde".
Otro experto, el profesor Javier Berché, por cuya consulta han pasado más de 3.000 niños y adolescentes con altas capacidades, afirma que "todos los niños de altas capacidades son diferentes como somos diferentes todas las personas, pero ellos tienen una cosa en común: siempre están pensando". Ambos coinciden en que a estos niños "hay que enseñarles a ser felices".