Víctor del Árbol no quiere que te sientas a gusto, no deja que sus novelas pasen por tus manos como un libro más. No te va a llevar a un mundo en el que te gustaría vivir. Te estremecerás, te removerá el alma y la mente. Porque “la mitad de la vida es dolor y si no sintieras dolor no te sentirías vivo”.
Calma. Tampoco va a dejar que te deprimas. Intentará mostrarte que un corazón hecho añicos se puede ‘pegar’ y seguir adelante, aunque siempre quedarán marcas imborrables. "Me interesa el límite de la gente. La frontera donde dejamos de ser normales para convertirnos en otra cosa a través del miedo, el dolor, el odio y cómo aprendemos a controlar eso", explica.
La víspera de casi todo, su última novela y ganadora del premio Nadal 2016, es un viaje al último rincón del mundo de personas que necesitan "exiliarse de sí mismos" para volver a empezar, o al menos, "olvidarse de quienes eran". "A veces necesitamos desaprender lo que fuimos para aprender lo que podemos ser", describe.
Una mujer marcada por el asesinato de su hija, el policía que resolvió el caso pero no deja de pensar en él y un anciano argentino que vive con una pregunta que le reconcome, luchan cada día contra su dolor. Haciendo equilibrios sobre un hilo para no caer al vacío.
"El mensaje del libro es cómo seguir viviendo cuando no tienes razones para vivir (…). Intento hacer una propuesta al lector: yo tengo preguntas, tú tienes preguntas, vamos a hablar. Quiero entretener y enganchar pero que quede una reflexión de lo que somos", cuenta.
Costa da Morte, un ambiente único
En esa batalla interior también influye el lugar donde todo ocurre: Costa Da Morte. El viento enfurecido, el azote del mar y las rocas golpeadas le impresionaron cuando pisó esta zona hace 10 años y los convierte ahora en un reflejo de la odisea interior. Un lugar al que irónicamente Del Árbol bautiza como ‘Punta Caliente’.
Pero en el centro de tanta penumbra hay un faro, como el de Muxía, que guía al marinero en las noches de tempestad. Una metáfora para dar luz a vidas que se han oscurecido.
Su filosofía de la vida viene del pasado y, en su caso, está marcado por los 20 años que fue mosso de escuadra. Fue escolta de Pujol. Ya entonces soñaba con ser escritor y le gustaba observar los detalles de cada lugar al que acudía. Del Árbol no añora esa vida, aunque admite que a veces sí echa de menos "el compañerismo y la sensación de estar luchando por cambiar el mundo, aunque ahora lo haga de otra manera".
"El policía que se hizo escritor" quiere ser "el escritor que fue policía" y sabe que lo conseguirá. Lo dice con seguridad, mirando fijamente a los ojos. También tenía claro hace años que la popularidad de sus obras en Francia en algún momento llegaría a España y el Premio Nadal le ha dado alas. Lo consiga o no, quiere ser un autor que se reinvente continuamente, "sin que el éxito imponga condiciones". Trabaja para ser "el mejor yo". Se deja la piel y los kilos. Ha perdido "unos ocho" escribiendo ‘La víspera de casi todo’.
"Hay mucho de mí en esta novela, nunca he sabido si estaba huyendo de algo o buscando algo. Mi background está lleno de cambios y de rupturas (…) y la enfermedad mental de los personajes es un fantasma personal", explica.
Del Árbol confiesa un secreto: escribe poesía, pero es tan íntima que jamás la publicaría. No le gusta que le consideren autor de novela negra porque "es una bajada al infierno sin paracaídas", ni tampoco de novela policiaca, "que es un juego entre el escritor y el lector en el que se impone la justicia". Si tiene que definir su estilo, prefiere llamarlo "mestizo" aunque no le desagrada decir "existencialista".
Como le gusta reinventarse, ha empezado a escribir algo completamente distinto. Será una ‘road-movie’ protagonizada por dos ancianos que abandonan la residencia para irse de viaje a Suecia. Una novela “más luminosa que las anteriores”. Si te gusta el tema, a lo mejor puedes leerla gratis. Víctor del Árbol siempre esconde un ejemplar de sus libros en una cueva de la sierra de Montserrat.