La vida de Ben Gordon es un ejemplo de esas historias de ascenso y caída que en tantas ocasiones han sobresalido en el mundo del deporte. Gordon fue jugador de la NBA, llegando a militar en equipos de gran talla como los Pistons o los Chicago Bulls. Como profesional, llegó a conseguir grandes logros como el de ser elegido número 3 en el draft de 2004 o Mejor Sexto Hombre de la Liga en 2005. Sin embargo, después de ese éxito, estaría por llegar una etapa algo más oscura.
Cuando la carrera de Gordon comenzó a apagarse poco a poco hasta culminar con su retirada, este desapareció por un período de tiempo. Se sabía muy poco del jugador, que parecía haberse desvinculado por completo del mundo público. Sin embargo, en el año 2017 estaba por suceder algo que volvería a hacer resonar su nombre en los medios, aunque este hecho no fuera ni mucho menos favorable. Gordon había sido detenido después de hacer saltar las alarmas antincendios de un adificio de apartamentos de Los Ángeles. Más tarde, en octubre de ese mismo año, Gordon era encerrado en un psiquiátrico en Nueva York.
A raíz de ese suceso, una vez más, Ben volvió a desaparecer por completo de la vida pública sin apenas dejar pistas sobre su paradero. El jugador que había logrado conseguir un contrato de casi 60 millones de dólares con los Pistons, ahora parecía haber desaparecido impulsado por inquietantes sucesos. Todo ese estado de incógnita, sin embargo, tuvo su fin hace poco tiempo, ya que el jugador británico tomó la decisión de contar su historia a través de un artículo para el The Player’s Tribune, donde manifestó algunas de sus terribles experiencias, como la de haber intentado suicidarse atándose una soga al cuello.
“Llegué a un punto en el que pasé seis semanas en las que no hubo día en el que no pensara en suicidarme", confesaba el jugador en el artículo. Pero lo cierto es que este terrible pensamiento no se quedó en una simple idea, sino que Gordon llegó a ponerse una soga al cuello para tratar de quitarse la vida. "No creía que hubiera forma de que algo así se pudiera solucionar hablando con una persona. Solo quería dejar ese purgatorio, así que estaba obsesionado con suicidarme. Es instintivo, te conviertes en un animal. Escapar, escapar, escapar, escapar. Me anudé una soga al cuello, me subí en una silla y me colgué, literalmente. Y entonces, cuando ya sentía las venas de mi cabeza a punto de estallar, tuvo un pensamiento que no había tenido nunca: ‘vas a morir y no quieres morir. No quieres suicidarte. Lo único que quieres es acabar con la ansiedad. Quieres vivir, estúpido hijo de puta. Así que más te vale salvarte".