La selección española de baloncesto femenino ha cerrado con buen sabor de boca su participación en el Mundial de Tenerife después de colgarse este domingo la medalla de bronce al batir a Bélgica (67-60) en la final de consolación con el liderazgo de Marta Xargay (17 puntos), Alba Torrens (15) y Astou Ndour (13).
Tras un Mundial lleno de vaivenes, España pudo regalar una gran despedida a una afición con la que se ha hermanado emocionalmente durante algo más de una semana y de paso logró su sexta medalla consecutiva en otros tantos veranos después del oro en el Eurobasket 2013, la plata en el Mundial 2014, el bronce en el Eurobasket 2015, la plata en los Juegos de Río 2016 y el oro en el Eurobasket 2017.
El partido comenzó como casi todos lo de España en este Mundial, con una empanada considerable que volvió a aprovechar el rival de turno para regalarse la primera escapada. Un triple de Marta Xargay, que acabó nombrada mejor jugadora del partido, era la única canasta de la anfitriona en los seis primeros minutos y el marcador enseguida se ponía cuesta arriba (5-15, min.7).
Y un partido más llegaba la reacción, tan esperada como celebrada por el Sanstiago Martín. Con Astou Ndour de nuevo a gran nivel y Xargay recuperando sensaciones que parecían perdidas, la anfitriona encadenó un parcial de 12-0 que le puso por delante y extendió su buena dinámica hasta colocarse con una máxima renta de siete puntos antes de que concluyera el primer cuarto (28-21, min.18).
La batalla del día anterior contra Liz Cambage había dejado huella y las pívots españolas atacaran el rebote con fiereza, quizá pensando inconscientemente que la gigante australiana seguía campando bajo los aros. Al llegar al descanso (32-27), España había capturado más rebotes ofensivos que defensivos (11-10) y sabía que mantener esa intensidad le aseguraría un puesto en el podio final del campeonato.
Tras el paso por vestuarios, España reafirmó su control del partido y fue agrandando su ventaja poco a poco hasta alcanzar una máxima de 12 puntos (52-40, min.28). Emma Meesseman y Kim Mestdagh, las dos estrellas belgas, hacían el daño esperado, nada que no tuviera previsto Lucas Mondelo, y si no subían su nivel se sabían condenadas al cuarto puesto. A buena fe que lo intentaron.
Desgraciadamente se repetía el guión de la semifinal ante Australia: España entró 12 puntos arriba al último cuarto y encajó un parcial de 0-11 para esfumar cualquier atisbo de tranquilidad (55-54, min.33). Lograr la medalla iba a exigir sufrimiento hasta el último minuto.
Con un triple de Torrens la tarea parecía encarrilada (60-54, min.36), pero la irreductible Meesseman (24 puntos) no se rendía y en el marcador lucía el 60-58 a falta de 2:30 para el final. Entonces apareció la heroína inesperada, Laura Nicholls, el corazón del equipo, la que más minutos ha jugado en Tenerife, la que estuvo a punto de desmayarse ante Canadá.
La santanderina anotó dos tiros de media distancia y un triple de Xargay terminó de rematar a Bélgica. La medalla se quedaba en casa.