El Real Madrid reforzó este sábado su candidatura a su vigésimo octava Copa del Rey tras destrozar, en la semifinal disputada en Málaga, a un Valencia Basket irreconocible, que se vio avasallado de principio a fin por un rival que puso en práctica un baloncesto de muchos quilates (91-68).
Tras cuatro partidos repletos de emoción en la Copa, llegó el primer enfrentamiento sin historia, resuelto antes de tiempo porque Anthony Randolph, Facundo Campazzo y Edy Tavares se encargaron de anular cualquier esperanza a un equipo taronja que pareció acusar en exceso el desgaste de su victoria de cuartos de final frente al Barça.
Campazzo lideró a los blancos
A los mandos de un eléctrico Campazzo -el mejor con 15 puntos, cinco rebotes, nueve asistencias, siete balones recuperados y 31 de valoración- el Real Madrid salió mucho más centrado al parqué del Martín Carpena y, en un abrir y cerrar de ojos, se puso 9-0 con cinco puntos consecutivos del internacional argentino.
La defensa blanca asfixiaba a un contrincante que jugaba al ralentí y que, tras cinco minutos sin canastas en juego y de la mano de Aaron Doornekamp, empezó a meterse en la semifinal con un 7-0 que devolvió las aguas a su cauce.
Los triples de Randolh, Causeur y Campazzo y los rebotes de Edy Tavares -siete al descanso- volvieron a impulsar a los blancos, que gracias al acierto exterior y a su efectiva retaguardia terminaron el primer acto con los deberes hechos y mejores sensaciones (18-11).
El Real Madrid siguió a lo suyo, encarrilando una eliminatoria que pudo dejar resuelta antes de tiempo si no se hubiese contagiado del juego errático taronja porque, tras un parcial de 10-2 que lo puso quince arriba, entró en una dinámica de errores en el tiro que evitó la escapada definitiva.
Al descanso se llegó con el Real Madrid como claro dominador, con una diferencia abismal en valoración (43-13), rebotes (27-15) y marcador parcial (34-20) y con un Valencia que no tenía su tarde, falto de frescura y con mucho por mejorar si pretendía luchar por un billete en la final. Nada cambió en la reanudación. Todo lo contrario.
El Real Madrid sumaba en cada acercamiento y hacía imposible la resurrección valenciana. Con un arranque frenético, cuatro minutos le bastaron a los blancos para superar la barrera de los veinte puntos y obligar a Jaume Ponsarnau a parar el partido para evitar que fuese demasiado tarde (52-31, min 24).
Randolph exhibió su buena muñeca, Campazzo su inteligencia y Tavares el poder intimidatorio que asusta a todo aquel que se atreve a plantarle cara. Con el 62-39 que subió al marcador el base argentino a trece minutos del final, la semifinal quedó vista para sentencia. El tercer acto se cerró con 67-44 a favor de los de Pablo Laso y el último tuvo poca historia porque, con el Valencia Basket desaparecido, el Real Madrid siguió a lo suyo.
Dos triples de Trey Thompkins y Jaycee Carroll subieron a treinta la diferencia a falta de siete minutos (78-48). Los blancos, que no faltan a una final desde 2009, buscarán este domingo reeditar un título que se le ha escapado in extremis en las dos ediciones anteriores. De mantener su nivel, será difícil parar a un equipo hambriento de títulos que busca consolidar su dominio en el palmarés de la Copa.