Es la acción más bonita de lo que llevamos de Tour de Francia. Fue tras la llegada en Valloire de la decimoctava etapa de la ronda gala.
Estaba hablando con la prensa en una zona a resguardo de la tormenta cuando vio a un niño en manga corta temblando de frío, aguardando para que el líder le firmara un autógrafo.
Sin pensárselo dos veces, Alaphilippe se quitó el maillot amarillo para ponérselo al pequeño, que no salía de su asombro al verse cubierto con la prenda más preciada del ciclismo.