La atmósfera de Anfield y el corazón y la historia del Liverpool frenaron (3-2) a un Paris Saint Germain carente de espíritu y castigado por un gol en el tiempo añadido de Roberto Firmino.
Como ya le ocurrió la temporada pasada ante el Real Madrid, el PSG bajó su rendimiento en un gran escenario y dessperdició una gran oportunidad para reivindicar su estilo en el Viejo Continente.
Los de Jürgen Klopp siguieron con su idilio con la 'Orejona' y con los tantos de Daniel Sturridge y James Milner y, sobre todo, el golazo de Firmino, sumaron la sexta victoria consecutiva del curso.
Antes del torrente de goles, el partido arrancó con 15 minutos de dominio casero, traducido en un disparo de Virgil van Dijk que sacó de la escuadra Alphonse Areola, que se unieron a la poca aportación de Kylian Mbappé y algún destello aislado de Neymar.
No obstante, cuando llegó el PSG, lo hizo con mucho más peligro. La primera intentona de Neymar, tras una combinación con Di María, se resolvió con un disparo seco que no atrapó Alisson y el rechace, a trompicones de Cavani, sí lo embolsó el portero brasileño.
La ocasión animó y volteó el encuentro, que comenzó a tener como dueño a los franceses. Un disparo de Di María raso y un mal control del argentino inclinaron el campo hacia la meta de Alisson, pero cuando más cómodos estaban los parisinos, se desgarró la defensa francesa.
En el minuto 30, Andrew Robertson encontró un hueco en la zaga del PSG, originado porque los de Thomas Tuchel se obcecaron en la banda derecha, pero un rechace acabó con el balón en los pies de Andrew Robertson.
El escocés no se lo pensó, lo puso de primeras y encontró a Sturridge, hasta ese momento prácticamente inadvertido, que cabeceó y firmó el 1-0 par los de Klopp.
Al PSG se le vino encima Anfield y Juan Bernat pecó de inocente y puso una zancadilla a Georginio Wijnaldum dentro del área que el árbitro señaló, y con razón, como penalti.
Milner, con el brazalete de capitán, asumió la responsabilidad y, pese a que Areola le adivinó el lado, el balón se coló raso y fuerte pegado a un palo, enfrente de la grada The Kop que estalló de júbilo.
Embutidos en una nube, tuvo que ser un error local el que resucitase a Neymar y los suyos. Di María, muy activo en los primeros 45 minutos, puso el balón en el área, Edinson Cavani no pudo controlarlo y Robertson, incomprensiblemente, despejó mal dejándoselo muerto a Meunier.
El belga no desaprovechó el regalo y sacó un latigazo con el interior del pie izquierdo clavado al palo de la portería de Alisson.
La electricidad de la primera parte fue cortada de lleno por el descanso, que apaciguó a los dos equipos y redujo una marcha el encuentro. Sin ocasiones claras en ningún bando, a los 12 minutos de la segunda parte le fue anulado un gol a Mohamed Salah.
Le cayó, tras un disparo desde la frontal, el balón a Sturridge, al que se le escapó el control. Se lanzó para intentar cazar el esférico, pero chocó con Areola y le clavó los tacos en el cuerpo. Salah empujó el balón, con portero y delantero en el suelo, pero el árbitro lo anuló por falta al meta del PSG.
El Liverpool perdonó y Neymar y Mbappé, inofensivos hasta los minutos finales, aprovecharon el negro partido de Salah para empatar.
El egipcio erró en la salida, regaló el balón a Julian Draxler y éste vio la cabalgada de Neymar por el centro. El brasileño condujo el esférico con sobriedad y encontró a Mbappé dentro del área, que fusiló a Alisson y puso el 2-2.
El francés, héroe tan solo unos minutos antes, iba a ser el causante indirecto de la derrota de su equipo por un exceso de confianza imperdonable. En el tiempo añadido, la joven estrella, en un córner en contra, intentó tirar un caño, no lo consiguió y regaló la pelota al Liverpool. Firmino recibió el presente dentro del área, tiró un amago a Marquinhos y definió con un tiro cruzado para desatar el éxtasis en Anfield.