Cristiano celebra un gol

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Real Madrid - Espanyol

Como en casa en ningún sitio

El partido fue un documental: un antílope huyendo de un león. Era cuestión de tiempo que el Espanyol se desangrara ante el Madrid, relamiéndose y con las garras afiladas en su hábitat natural, el Bernabéu, sabedor de que la presa era fácil. Pasado un minuto el primer cuarto de hora, los blancos ganaban 3-0, resultado significativo pero insignificante comparado con el set final.

Pudo intuir el Espanyol el temporal antes del partido: sin Caicedo, Arbilla, Gerard Moreno, Víctor Álvarez, Asensio y Burgui, del partido se esperaba un trámite. Nada más silbó el árbitro, ya chispeaba sobre el área de los de Galca, a los que el Madrid recibió con una jugada de velocidad endiablada que bien pudo haber acabado dentro. Pero no fue hasta el 7' cuando se puso a llover. James, siempre activo y sibilino con el balón, sirvió en bandeja el gol a Benzema, que entre la cabeza y el hombro hizo el 1-0. El francés, de dulce, ha metido en todos los partidos de 2016. A partir de ahí, el Madrid desató otra tormenta perfecta, muy parecida a la que precipitó sobre el Sporting semanas atrás. Cristiano hizo el 2-0 de penalti (11') y James, tras partir en fuera de juego y tocar su tiro en un defensa, el 3-0 (16').

El césped estaba inclinado hacia la portería de Arlauskis, sin protagonismo más allá de recoger balones de la red. El Espanyol, ya entregado a su suerte y a la misericordia blanca, no era capaz de achicar aguas. Y mientras, el Madrid tocaba, corría, disfrutaba. El último minuto de la primera mitad pudo dar algo de vida al Espanyol, pero terminó por ahogarle. Keylor Navas paró un mano a mano a Salva y, en la continuación de la jugada, Cristiano, en fuera de juego milimétrico, enlazó galopada, tacón, croqueta y latigazo para el 4-0. El portugués se remangó en tareas sudorosas, goleó y pareció feliz, con sonrisa patrocinada por Zidane. Hasta cedió a James una falta. Por un momento, se llegó a pensar que podría meter una falta o, qué sé yo, una de esas chilenas que siempre intenta aunque nunca salgan. El Madrid se relajó en la segunda parte, pero al Bernabéu no le importó mucho. Cuando desesperado has recurrido al injerto capilar, te vale con no quedarte más calvo e intuir cierta crecida; pelo a pelo se forma la melena. El Espanyol salió del rincón, abandonó la posición fetal de autodefensa, pero de nada le sirvió. Sólo se estiró hasta que el Madrid quiso. Después, los blancos siguieron dominando y afianzándose como equipo, aún sentando las bases de un nuevo proyecto de inicio improvisado y futuro ilusionante.

La rotación de Zidane dejó ver a Jesé, Casemiro y Lucas y dio descanso a Modric, Kroos y Benzema, premiados por la afición con aplausos. Con los tres ex del Castilla, llegó el arreón final, el divertido colofón a una goleada incontestable. Cristiano selló su triplete gracias a una gran aparición de Jesé en el 83' (5-0) y Duarte, que eligió un mal día para debutar, cerró el partido en el 86' con un autogol precedido de otra buena acción del '20' madridista.

Pese a que los rivales no tienen la entidad suficiente como para sacar mucho pecho, la versión del Madrid de Zidane en el Bernabéu contenta notablemente a la afición. Con tres victorias de tres posibles, 16 goles a favor y 1 en contra, no cabe duda de que los blancos, desde la llegada de 'Zizou', están más a gusto que nunca en su estadio. ¿Que hay que jugar bien? Se borda el fútbol. ¿Que hay que meter gol? Cae mínimo una manita. Está claro: como en casa en ningún sitio.

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