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LAS LÁGRIMAS NO DEJARON DE SALIR DE SUS OJOS

Cristiano Ronaldo tocó el cielo de París tras derrumbarse sobre el césped

Éder fue el héroe inesperado, un delantero de perfil bajo que se lleva la gloria. La otra historia de la final fue, sin duda, la de Cristiano. Lesión, lágrimas, polillas y felicidad final. Incluso quiso bromear con los medios tras el partido. Hizo de entrenador y ha sido el líder de la fiesta de Portugal.

Empezó la noche con lágrimas en los ojos. La final le iba a durar sólo 7 minutos, empezando por el momento de la lesión, donde una fuerte entrada de Payet, silenció a un país entero.

Los gestos de dolor alertaban a sus compañeros de selección. Una entrada que indignó a su familia, concretamente su madre, con un mensaje directo a Payet. Cristiano intentó volver hasta dos veces, lo celebraban sus paisanos, pero fue imposible. La final de Cristiano se había acabado.

Sufriendo a la vez que animaba a sus compañeros, haciendo de segundo entrenador, hasta que pitó el árbitro, momento de volver a llorar, de bromear. No podía esconder su alegría, por un momento único. En lo malo, pero sobre todo en lo bueno.

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