El Bayern de Múnich ha dicho basta. Su presidente, Karl-Heinz Rummenigge, ha censurado la actitud y los insultos que varios aficionados del club muniqués dedicaron al mecenas del Hofffenheim, Dietmar Hop, y que obligó al árbitro a parar el partido de la Bundesliga en que el que se medían ambos equipos.
"Me avergüenza ese comportamiento, es la cara horrible del FC Bayern y no tiene excusa ninguna. Lo hemos hecho filmar todo; procederemos contra ellos con todos los recursos y les exigiremos cuentas", aseguró Rummenigge.
La lamentable y censurable actitud de los radicales del Bayern contrastó con la ejemplar respuesta de los jugadores del conjunto bávaro, que no dudaron en encararse con el sector de la grada desde la que provenían los insultos y recriminarles su actitu a los aficionados.
"Todo sigue igual, la federación rompe su palabra y Dietmar Hopp sigue siendo un hijo de puta", decía un conjunto de tres carteles.
El partido se interrumpió durante cinco minutos y cuando los jugadores volvieron al campo los jugadores hicieron una especie de huelga y se dedicaron a pasarse el balón amistosamente. "Eso fue idea de los jugadores", dijo Rummenigge.