Pasan los años y el Barcelona sigue viviendo de la inspiración de Leo Messi. El argentino volvió a decidir un gris partido del equipo de Koeman ante un Elche que logró llegar vivo al descanso. El doblete de Messi y el tanto de Jordi Alba decidieron el choque en la segunda parte.

Y eso que el Barcelona, que llegaba tras dos petardazos ante PSG y Cádiz, volvió a pecar de todos los defectos que le han llevado a estar virtualmente eliminado en la Copa del Rey y la Champions; y con la Liga en chino.

El ritmo lento, la fragilidad defensiva y la falta de gol son los pecados capitales de un Barcelona que está a años luz de aquel que deslumbró hace unos años al fútbol mundial. Toca reconstruir un equipo al que Koeman está tratando de sujetar como puede. Temporada de transición y probablemente no será la última.

Y es que ante la posible salida de Messi del equipo en verano, en el Barcelona hay poco a lo que agarrarse Tricano y Pedri, junto a Frenki de Jong y la recuperación de Ansu Fati, son los pocos argumentos que invitan a mirar con algo de optimismo al futuro.

El Elche pudo irse al descanso por delante y evidenció que el Barça es un equipo muy plano, que peca de un juego falto de velocidad y ritmo. Así se explica que en España pueda disimular sus carencias, pero cada vez que salga más allá de los Pirineos sufra debacle tras debacle.

Hasta final de temporada, al Barcelona le queda agarrase a Messi para cerrar su presencia entre puestos Champions. A partir de ahí, el hombre que gane las elecciones deberá afrontar una revolución, probablemente sin Messi, para devolver al Barcelona su grandeza. Esa es la cruda realidad a día de hoy en el Camp Nou.