Publicidad
Betis 1-1 Real Madrid
Musho Betis y poca puntería
Los madridistas, ahora con Zidane, emularon una siesta de las de la época de Benítez. Cuando quisieron reaccionar, hubo fútbol y mucho orgullo, tanto como falta de acierto. Fue demasiado tarde, al igual que Barça y Atleti empiezan a quedar demasiado lejos: a cuatro puntos, con un partido menos en caso culé.
No compareció el Madrid hasta pasado el minuto 7, justo después de que Keylor salvase ante Rubén Castro y su rechace acabase en una volea de Cejudo que hubiera firmado Zidane y que levantó hasta al recogepelotas repanchingado tras la portería blanca: 1-0. Que el Madrid hubiese salido tarde al campo fue malo y bueno a la vez: malo por lo evidente, el resultado; y bueno porque jugó con tranquilidad, como si nada hubiera pasado, como si el partido hubiera empezado en el minuto 8.
Así encaró un nuevo escenario en la era Zidane, el de tener que remontar. Con control, pero sin ocasiones, el Madrid, como la gota con la piedra, fue derribando la muralla bética con paciencia y constancia, toque a toque, sin un pelotazo porque el profe 'Zizou' los ha prohibido. Tras la timidez del disparo de Benzema (17') o el cabezazo de Isco (22'), y la alarmante falta de puntería de Cristiano (32') o Pepe (34'), ambos en posición franca en el área, hay que reseñar con incredulidad lo que tuvo lugar en el 36', cuando Martínez Munuera fue víctima del primero de sus graves errores, el de que ambos equipos jugasen con camisetas difícilmente distinguibles. Sólo así, a partir de una confusión visual, se explica que llegase su segundo error, el de no pitar el penalti de Petros a Benzema en el 36'.
El Madrid trató de obviarlo con el balón, tanto en el resto de la primera mitad como en la segunda. Con ello llegó una doble oportunidad de Benzema en el área, sin premio por Adán y porque se llenó de balón. Cinco minutos después, en el 55', James, lento y perdido, tampoco acertó en un córner.
Carvajal no fue suficiente
El Madrid hacía todo para cambiar el marcador, menos lo más importante: tener a Carvajal en el campo. Zidane reaccionó, capacidad de la que no todos los entrenadores pueden presumir, en el 64'. Con el español en el césped, era de esperar, el Madrid creció y empezó un partido nuevo, una especie de tercera parte. Fue el lateral el que avisó primero, colándose en el 70' en el área y cruzándola demasiado. El eco de la ocasión se transformó en grito, el de la rabiosa celebración de Benzema en el 71', cuando en fuera de juego empujó a la red una gran jugada iniciada por Kroos y retocada decisivamente por James: 1-1. Mientras el Madrid se apuntaba el primer gol, el árbitro sumaba su tercer error de bulto.
El partido se despendoló y el olor a puro fútbol llegaba incluso a través de la televisión. El estadio sostenía a su desfondado y meritorio equipo y el Madrid jugaba a ritmo de toque de corneta. Los mejores intentos de victoria fueron los de James, con un zurdazo al que respondió espectacularmente Adán en el 78'. A continuación, Modric, superior hasta en anudarse las botas, desdibujó a la defensa para que Kroos asistiera a Benzema, tan forzado que su suerte de tacón no superó al portero.
Cristiano, en otra oportunidad desperdiciada para volver al papel de salvador que se impone a la estrella de un equipo, probó suerte con aún menos tino poco después. Y luego llegó el gran susto: bordeando el final, Varane pisó a Ceballos en el área sin que Munuera pitara -cuarto error de importancia- y Castro intentó un golazo que se quedó en nada. Y en nada también se quedó el despliegue del Madrid, todo toque e intención sin más recompensa que un rácano punto que de poco le sirve.
Publicidad