Real Madrid
Un Real Madrid sin Carlos Henrique Casemiro
La importancia de saber decir adiós: el Real Madrid se despoja de sentimentalismos y deja ir a Casemiro, núcleo de su equipo campeón.
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La venta de Casemiro por parte del Real Madrid puede convertirse en un error tan decisivo como el que tuvo lugar dos décadas atrás en Sao Paulo. Ese día, el mediocentro Carlos Henrique José Francisco Venancio Casimiro, un joven forzudo criado en el Brasil más rural, hizo un partidazo y acabó aclamado por la grada bajo el nombre de 'Casemiro'. Así, con la 'e'. El futbolista adoptó, supersticioso, el nuevo y desacertado apelativo. Y hasta hoy.
Todo equipo necesita un Casemiro. Descendiente de la estirpe de los Stielike, Redondo o Gattuso, solo hay que ver el adiós que el vestuario le ha dispensado para entender su rol en este Madrid de las cinco Champions en ocho años. Ha compartido alineación con un capitán belicoso como Ramos, dos magos del balón como Kroos y Modric, un talento irrepetible como Benzema o un asesino del área como Cristiano y, sin embargo, cuando 'Case' hablaba, el vestuario escuchaba. Futbolistas como él constituyen el alma silenciosa y sacrificada de sus equipos.
Con su marcha, el Madrid ve debilitada su plantilla: pierde a un titularísimo, MVP de la última Supercopa de Europa, que asegura jerarquía en las grandes noches europeas; un centrocampista que acobarda a los rivales con su sola presencia y modifica el comportamiento defensivo de sus compañeros. Casemiro es el sicario sobre el césped que cualquier entrenador desea, la guardia de seguridad de los laterales cuando suben, el freno de mano si el equipo descarrila en ataque.
Un grande venido a menos
Pero si el club blanco pierde con su marcha, Casemiro no sale mejor parado con su salto a la Premier League. El brasileño dice adiós al vigente campeón de la Champions para firmar por un United con la cartera llena pero en demolición, que vive de glorias pretéritas y que esta temporada disputará la Europa League. Un '5' exuberante que parecía predestinado a capitanear algún día al Real Madrid, se ve ahora capitaneado por Maguire en un equipo a día de hoy en puestos de descenso.
Y, sin embargo, la venta de Casemiro también podría convertirse en un acierto con precedentes. En los últimos tiempos, el Madrid ha dejado ir a futbolistas tan emblemáticos como Di María, Varane, Ramos o CR7, y el equipo ha seguido en lo más alto. El propio Casemiro vino a cubrir el hueco que dejaba el mismísimo Xabi Alonso tras la Décima; de aquel once titular de Lisboa en 2014, ya solo subsisten Carvajal, Modric y Benzema en la plantilla.
Nadie es imprescindible para Florentino Pérez, cuyo modelo económico-deportivo le ha permitido presidir un club con las cuentas saneadas y capaz de acometer fichajes estratégicos a medio y largo plazo. En Mánchester deberían preguntarse por qué Cristiano, Varane y Casemiro juegan en Old Trafford mientras jóvenes como Camavinga, Tchouaméni o Vinícius lo hacen en Chamartín. El presidente blanco no se deja llevar por sentimentalismos y ha disuelto el Triángulo de las Bermudas, la célebre CMK, en la creencia de obtener una valiosa ventaja de cara a futuro.
La Historia continúa
Casemiro llegó en 2013 por 6 millones de euros y ahora, 18 títulos después, lo deja por unos potenciales 85. La plantilla ve aliviada la competencia en mediocampo, donde hasta siete jugadores se disputaban tres puestos, y el club recupera la inversión en Tchouaméni, sustituto natural del 14 merengue. Si el Madrid ha pagado 100 'kilos' por el pivote defensivo de la selección francesa es porque realmente piensa que ya puede ser titular; aunque Casemiro bordó la final ante el Liverpool, la anterior no fue su mejor temporada y ya muchos pedían la titularidad de Camavinga. 'Case' aún tiene mucho fútbol por delante, pero el cambio es lo único permanente en la vida, en el fútbol y en los negocios.
En cualquier caso, La Liga despide a un líder natural, núcleo de un Real Madrid de leyenda. El club abre la puerta a un futbolista tan modesto fuera del campo como necesario dentro de él y el brasileño, por su parte, se va sabiendo pasar página a tiempo. Solo el tiempo dirá si la operación es una equivocación o un éxito para ambas partes, aunque a veces los errores se conviertan en aciertos tan decisivos como el que se gestó aquel día remoto en que la grada paulista, enardecida, empezó a corear al adolescente Casimiro por el nombre erróneo de 'Casemiro'. Así, con la 'e'. Y hasta hoy, solo que haciendo Historia.
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