El River Plate argentino rozó la épica al derrotar de remontada en Porto Alegre por 1-2 a Gremio, el campeón de la Copa Libertadores de 2017, y se instaló en la final del certamen a la espera del rival, su más enconado rival, Boca Juniors, o el también brasileño Palmeiras.
El ahora defenestrado campeón de la Libertadores llegó al partido de vuelta de las semifinales con una importante luz de ventaja, pues hace ocho días derrotó en Buenos Aires por 0-1 al River Plate. El Gremio se fue en ventaja ante sus hinchas en el Arena do Gremio con un tanto de Leonardo Gomes en el minuto 35. Pero los visitantes hicieron lo inesperado.
El ariete colombiano Rafael Santos Borré igualó con un cabezazo en el minutos 81 y cuando se jugaba tiempo de adición, el árbitro uruguayo Andrés Cunha recurrió al VAR para examinar una jugada que finalmente valoró como penalti. Las reacciones airadas de los jugadores del Gremio derivaron en la expulsión de Bressan y luego el creativo argentino Gonzalo Martínez transformó en gol el penalti en el 94.
¿Superclásico en la final?
El River se clasificó así por el valor agregado que tienen los goles anotados de visitante. El equipo dirigido por Renato Gaúcho firmó una primera mitad muy deficiente, siempre a la defensiva y a la espera de un contragolpe. El tanto de Gomes le relajó en exceso y en los últimos diez minutos vio como su rival remontaba la eliminatoria. Los argentinos consiguieron rehacerse a tiempo, pese a perder un sinfín de oportunidades en el primer asalto, y apearon al campeón.
En la final se enfrentarán con Boca Juniors o Palmeiras. El equipo xeneize sacó una ventaja de 2-0 en la Bombonera y este miércoles visitará al club albiverde en Sao Paulo. La primera mitad fue un calco del partido de ida. El River llevando la iniciativa y Gremio escondido en la retaguardia para salir al contragolpe y finiquitar la eliminatoria. El planteamiento de los brasileños sorprendió a un Gallardo que esperaba a un Gremio menos rácano delante de su público.
Los argentinos, obligados a remontar, apostaron todo por Lucas Pratto para perforar la portería de Grohe. Pero como ocurrió en la ida, los argentinos no encontraron los espacios, ni la forma de romper el compacto bloque del técnico Renato Gaúcho. Pratto lo intentó de todas las formas, en carrera, de cabeza, de disparo cruzado, pero ninguna vez con acierto.
Un polémico final
O se estrellaba con el portero o con el central Paulo Miranda. Ponzio, quien salió lesionado por Enzo Pérez antes del descanso, lanzó un misil desde larga distancia que despejó Grohe, mientras que Palacios rozó el primero con un disparo cerca de la cruceta. Lejos de amilanarse con el tanto, River buscó el empate por la vía rápida mediante Santos Borré, con un disparo colocado, y con Quintero, quien disparó en el área pequeña, pero Paulo Miranda salvó por enésima vez.
Al inicio del segundo tiempo cambiaron las tornas. Gremio se transformó y salió más agresivo, dispuesto a demostrar a los argentinos la fuerza del vigente campeón. En esa lavada de cara fue fundamental Everton, quien reapareció tras semanas en el dique seco por una lesión muscular. El extremo izquierdo, de 22 años, disparó primero desde fuera del área un tiro cruzado y obligó a Armani a estirarse al máximo para evitar el adiós definitivo.
El River lo vio muy cuesta arriba, pero no desistió. En una falta lanzada por Martínez ("Pity"), Santos Borré se elevó más que nadie aprovechando el despiste de la defensa y superó a Grohe. Empate y a un gol de la clasificación. Prácticamente en la siguiente jugada, un disparó de Scocco tocó en la mano de Bressan y el árbitro uruguayo Andrés Cunha pitó penalti con la asistencia del videoarbitraje (VAR) y además expulsión para el jugador del Gremio. Martínez no falló y el River celebró a rabiar la hazaña.