Vidal, fiel seguidor realista desde que con apenas ocho años su padre le regalara una equipación completa del club dos veces campeón de Liga a principios de los 80, se ha dado un baño de masas en un rebosante estadio de Anoeta, aún a medio remodelar pero absolutamente entregado al actor leonés por su declarado amor a los colores blanquiazules.
Un sentimiento que el actor, que sufre una importante discapacidad visual, hizo público el pasado septiembre en una entrevista concedida a la web de la Real Sociedad, coincidiendo con su estancia en San Sebastián para asistir al Festival Internacional de Cine de la ciudad.
"La Real para mí es el País Vasco abierto y solidario", es "hierba verde", "la Real es ilusión y un cielo azul", dijo entonces; unas palabras que calaron hondo en los seguidores donostiarras al comprobar que los valores de su equipo arraigan también con fuerza fuera de sus fronteras futbolísticas.
El "gusto" por la cantera y "el trabajo bien hecho", un fútbol "solidario y comprometido" son referencias "muy entrañables para mí", admitía entonces un Vidal que tampoco ocultó la grandísima "ilusión" que siente cada vez que "un niño de cualquier pueblo de Gipuzkoa" llega al primer equipo de la Real Sociedad.
Tal vez por eso, su jugador realista favorito es el capitán, Asier Illarramendi, un chaval de Mutriku que, paradójicamente le dio el "mayor disgusto" deportivo de su vida cuando se marchó al Real Madrid y, al mismo tiempo, la "mayor alegría" con su decisión de regresar a casa.
No obstante, el actor, que cursó un máster de periodismo en la sección de Deportes de la Agencia EFE en 2008, tampoco oculta su gusto por otras grandes figuras realistas como De Pedro, Kovacevic, Pikabea o Loren, junto a los integrantes de las históricas plantillas que lograron los dos títulos de Liga, como Zamora, Satrústegui y Arconada.
Junto a su sobrino
Este domingo una lesión ha impedido a Illarramendi acompañarle de corto sobre el césped de Anoeta y por ello lo ha hecho vestido de calle, una circunstancia que no ha empañado la alegría de Vidal al golpear el balón en el saque de honor, impecablemente trajeado, junto a su sobrino, y arropado por los aplausos de los jugadores de la Real Sociedad, el Atlético de Madrid y todo la afición donostiarra.
Tan sólo unos segundos antes, el mosaico gigante desplegado en las gradas del campo mientras miles de gargantas coreaban el himno txuriudin le había puesto el vello de punta como remate a un fin de semana que le ha permitido conocer a fondo el club donostiarra, las instalaciones de la Real Sociedad y a los integrantes de su primer equipo.
Una experiencia imborrable que aún puede ser más inolvidable para Vidal, dependiendo del resultado del partido.
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