Un Valencia convincente ganó con cierta solvencia al Everton (2-3) en el último partido a domicilio de la pretemporada, que estuvo marcado por las fuerzas igualadas del primer periodo, pero que los valencianistas decantaron a su favor en la reanudación.
El encuentro tuvo una primera media hora intensa, con cuatro goles y una gran superioridad de las delanteras, pero en el segundo tiempo, el Valencia supo imponer el ritmo que más le interesaba y ganar a un oponente que no le hizo ocasiones.
La primera parte fue muy dinámica, con esos cuatro goles en cuatro acciones en las que los delanteros se impusieron a los defensas a pesar de que el Valencia llevó la iniciativa en varias fases de este periodo.
Rodrigo Moreno abrió el marcador tras un pase de Carlos Soler a los seis minutos de juego, pero el conjunto inglés dio réplica en una buena jugada por la derecha que resolvió Tosun de tiro cruzado.
El tanto no cambió la dinámica del encuentro y el Valencia pocos minutos después volvió a adelantarse en el marcador gracias a un buen cabezazo de Rodrigo a centro de Piccini.
El cuarto gol del primer periodo llegó en un cabezazo del central Keane a la salida de un córner y sólo en los minutos finales del primer periodo apretó un poco más el conjunto de Liverpool, aunque a Santi Mina le fue anulado un gol por fuera de juego en una acción muy dudosa.
La segunda mitad mantuvo al principio la tónica de equilibrio de la primera, pero con más consistencia defensiva por parte de ambos conjuntos, que no concedieron a los delanteros rivales las ventajas que habían concedido en la primera mitad.
Así, el juego fue menos vistoso, pero permitió que poco a poco el Valencia se mostrara más sólido y compacto, capaz de robar balones a su rival en la zona ancha y acercarse con peligro a la meta de Stekelenburg.
Fue precisamente en uno de los robos de balón de los valencianistas cuando Daniel Wass se creó una jugada de gol que resolvió con un fuerte disparo lejano.
Tras ese tanto, el Valencia manejó el encuentro con tranquilidad guiado por Dani Parejo, el único hombre no sustituido en el equipo de Mestalla, hasta el punto de llegar al final sin sufrir ningún aprieto.