La final de la Copa Libertadores entre Boca Juniors y River Plate pasará a la historia del fútbol argentino, pero lo hará por razones muy diferentes a las que habrían deseado los aficionados al fútbol.
La final ya comenzó mal con el aplazamiento del partido de ida por las lluvias torrenciales caídas en Buenos Aires. Desde ese momento, la situación se fue descontrolando. Las peligrosas acrobacias de los aficionados de Boca para ir al entrenamiento en la Bombonera 72 horas antes del partido de vuelta no auguraban nada bueno.
Los barras bravas de River pidieron paso en la escena apedreando el autobús de Boca Juniors y lanzando gas pimienta contra los jugadores. Carreras, cargas policiales, descontrol absoluto y la CONMEBOL se ve obligada a suspender el partido.
Entremedio la vergonzosa imagen de una madre atando bengalas en el cuerpo de su hijo y la investigación policial que apunta a una venganza de los barras bravas de River en el apedreamiento del autobús de Boca.. Un sinsentido que acaba con el aplazamiento sin fecha ni lugar para el duelo de vuelta.
Al final la CONMEBOL decide llevar la final a Madrid, al Santiago Bernabéu. Más enfado entre la afición argentina y River recurriendo la decisión y pidiendo jugar en su campo. ¿Qué será lo siguiente?