Fino articulista, de buena palabra, y zurdo luchador a la vez que técnico en su etapa de futbolista, las palabras de Santiago Hernán Solari en su primera aparición al frente del Real Madrid sorprendieron a casi todo el mundo. Pero, al final, los "cojones", con los que iba a renacer su equipo en Melilla, se quedaron en Madrid.
Y, Vinícius, tuvo un poco de culpa. La cultura futbolística de Solari invitaba a otro estilo en su primera rueda de prensa tras la destitución de Julen Lopetegui al frente del club madridista. Solari subió desde el filial para coger las riendas de un equipo en la UVI en un momento complicado y se esperaba algo de filosofía en su estreno ante los medios.
Sin embargo, apeló a los atributos masculinos como método primigenio para superar al Melilla. La cara que mostró el Real Madrid en el Estadio Municipal Álvarez Claro fue otra. Primero, la alineación.
Solari, con muchos habituales descansando en Madrid (Modric, Isco, Bale y Kroos), apostó por nombres como Marco Asensio, Dani Ceballos, Karim Benzema o Vinícius Junior, poco sospechosos de no ser finos jugadores de fútbol Y, segundo, por el estilo. El fútbol del Real Madrid se alejó bastante de las tácticas de machotes basadas más en la fuerza que en la técnica.
Es innegable que los que participaron contra el Melilla corrieron kilómetros y pelearon. Pero Solari priorizó otro estilo por encima de aquello que anunció en su estreno ante la prensa. Aunque al principio no encontró su sitio y comenzó un poco dubitativo concediendo alguna ocasión al Melilla y con un dominio de pelota algo estéril, a partir del minuto veinte del primer acto el Real Madrid comenzó a dar sentido a su fútbol.
Muchos nombres dieron un paso al frente. Álvaro Odriozola, sorprendentemente fuera de la alineación del Camp Nou, fue un destrozo para el Melilla por la banda derecha; Dani Ceballos, aportó imaginación y creatividad; Marcos Llorente fue una buena escoba; Asensio volvió a aportar pinceladas de calidad; Y, hasta Benzema, se apuntó a la fiesta con un gol.
Y todo con mucho control de la pelota y con algo que se echaba de menos en el Real Madrid: la verticalidad. El equipo de Solari con un poco de control, algo de fútbol directo, un poco de esfuerzo y bastantes ganas después de la catástrofe del Camp Nou, dio otra imagen más limpia.
A ese cambio contribuyó Vinícius. Por fin, el hombre de los 45 millones de euros, desterrado por Lopetegui al filial, apareció en un once en partido oficial del Real Madrid.
El Melilla seguía siendo un Segunda B, como casi todos los equipos ante los que se ha enfrentado con el Castilla. En total, hasta hoy, Vinícius sólo había disputado doce minutos con el Real Madrid. Un par contra el Atlético y diez frente al Alavés. Su presencia en la grada del Camp Nou, después de que su club peleara para que le retiraran una sanción, fue muy criticada. No jugó ni con el filial ni con el primer equipo.
Solari, en un sólo partido, apostó más por él que Lopetegui en diez jornadas de Liga. Vinícius no defraudó. Comenzó el partido tímido, pero poco a poco mostró detalles que indican que es un jugador con futuro.
Sus "hits" a lo largo de los noventa minutos fueron una asistencia a Asensio, un disparo al larguero en la segunda parte y un taconazo a Sergio Reguilón en el tercer tanto del Real Madrid de Odriozola. El jugador brasileño, uno de los más creativos de la primera plantilla, fue un ejemplo de la apuesta de Solari por el fútbol de buen gusto.
Su calidad, junto a un esquema consistente y con buen gusto, marcaron el pequeño resurgir de un equipo que, aunque ganó 0-4 a un Segunda B, dio otra imagen más positiva. Al final, los "cojones" que pregonó Solari, se quedaron en Madrid.