La IndyCar se quedó paralizada hace un año por el terrible accidente que sufrió Robert Wickens. El piloto, que casi pierda la vida en el accidente, sufrió fracturas de tibia y peroné en sendas piernas, así como las manos, en el codo, las costillas y la columna vertebral.
A partir de ese momento, el corredor canadiense no ha parado de luchar para volver a la pista. Por ahora, se conforma con montarse a un Honda de competición habilitado para él: "He sentido libertad, algo que es familiar para mí".
Sin embargo, hace cuatro semanas tuvo que pararse otra vez y pasar de nuevo por el quirófano por la infección de unos soportes físicos insertados dentro de su pierna izquierda. Todo salió bien y Wickens pudo volver hace unos días a su programa de rehabilitación.
Hoy, Robert Wickens continúa luchando para evitar que la IndyCar Series sigan corriendo en el circuito de Pocono, donde el tuvo el accidente. "¿Cuántas veces tenemos que pasar por la misma situación antes de que todos podamos aceptar que un IndyCar no debería competir en Pocono? Es solo una relación tóxica y tal vez es hora de considerar un divorcio. Estoy muy aliviado -que yo sepa- de que todo el mundo está bien con ese accidente aterrador", reflexiona el piloto tras el último accidente.