Óscar, joven transexual que jugará en la liga masculina de fútbol americano

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"LOS COMPAÑEROS ME CONOCEN, YO ME SIENTO HOMBRE"

Óscar, primer transexual español que jugará en la liga masculina de fútbol americano

Óscar es un joven de 21 años que nació mujer y que, desde principio de este año empezó a hormonarse, debido a que quería formar parte de la liga masculina de fútbol americano. Por primera vez en España un joven transexual podrá jugar en esta competición con un permiso del Consejo Superior de Deportes. "Yo me considero hombre", declaró Óscar.

Óscar es un joven de 21 años que nació mujer y que, por primera vez en España, podrá jugar con permiso oficial la liga masculina de fútbol americano en las filas del Zaragoza Hurricanes, un equipo que está dispuesto a ser pionero en la plena integración deportiva de las personas transexuales. "Yo me considero hombre", ha dicho a Efe este estudiante de Psicología que ha conseguido que la Federación Española de Fútbol Americano, tras consultarlo con el Consejo Superior de Deportes, le haya dado permiso para jugar en un equipo masculino aragonés de la Tercera División la próxima temporada.

"Si es importante para ti, hay que luchar", ha dicho Oscar para destacar la importancia de este reconocimiento federativo que le llegó a finales de octubre y que, de haber sido negativo, pretendía reclamar en los tribunales ordinarios.

Óscar, que comenzó este año a hormonarse, quería jugar y hacerlo "todo legal", por lo que comunicó la situación a sus entrenadores, a los que dijo que la única salvedad que le había puesto la Federación es que debía mantener su nombre oficial en la ficha. De esta manera, en un deporte de fuerte contacto como el fútbol americano, podrá estar cubierto por el seguro obligatorio y enfrentarse a cualquier lesión, ya que de otra manera no sería posible.

Reconoce que mucha gente le ha cuestionado sobre si era consciente de las consecuencias del paso que ha dado, porque no se conoce un caso parecido en España, y que lo único que ha hecho es preguntar si le "dejaban jugar" la liga masculina. Y para ello entrena "como uno más" desde septiembre con todos los miembros del equipo. "Los compañeros me conocen. No hay diferencias", concluye Óscar cuando se le pregunta por la aceptación que ha tenido entre los más de veinte jóvenes que componen la plantilla de Hurricanes, que este año jugará en la Tercera División, tras descender de la Categoría B.

Óscar, quien reconoce que a veces le hacen sentir "un bicho raro" y se enfrenta a problemas que son "invisibles" para otras personas, espera no tener ninguno en su deporte favorito y jugar cuando comience la liga en diciembre. Así lo cree también Javier Villa, el presidente de los Zaragoza Hurricanes, que conoce a Oscar desde hace tiempo, ya que fue su entrenador en el equipo femenino en el que jugó la pasada temporada y que ha desaparecido este año por falta de patrocinio.

Villa, a quien Óscar hizo saber su condición de transexual y que quería jugar la liga masculina, ha señalado que le ayudarán "todo lo posible", sabiendo que son pioneros al "abrir las puertas" a una persona que el día que pueda cambiar su DNI "será un hombre como cualquier otro". Todo esto puede resultar "chocante" por ser el primer equipo que da este paso, pero lo importante es que entrene y pueda volver a casa con la convicción de que "lo ha dado todo", ha añadido Villa, quien piensa que este caso puede llevar a otras entidades deportivas a copiarles.

La Liga de Fútbol Americano de la Categoría C comenzará el 19 de diciembre, y los Hurricanes, que bajaron el año pasado de categoría, jugarán en un estadio de Zaragoza con Óscar dentro de una plantilla de cerca treinta jugadores. Una temporada más, y será la cuarta, jugará y formará parte de un equipo que, como todos los de fútbol americano, se divide entre los "gordos", como se llama a los fornidos hombres que forman las delanteras, y los "flacos", los que corren, explica. "El objetivo es evitar que te peguen", advierte Óscar, que quiere seguir estudiando y practicando un deporte durante el tiempo en el que su identidad está en el limbo, ya que la legislación no permite el cambio de nombre hasta dos años después de comenzar a inyectarse las hormonas.

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