El chófer del autobús, de la guagua, les dijo que no y no se movía de ahí: "Se quedó callado, negándonos la entrada y después llamó a seguridad", cuentan los jóvenes.
Uno de los chicos llevaba el patín en una bolsa. La norma hasta este incidente prohibía subirse con monopatines por el riesgo de que rodaran y causaran un problema.
En bolsas o mochilas otros conductores nunca les habían puesto pegas. Ana Martín, madre de uno de los afectos, habla de "fobia a los patines".
Al final, el que tenía que llegar pronto a casa se subió al bus pero tuvo que dejar el patinete a los amigos: "Dijeron que él decide quién entra y quién sale y que no podíamos hacer nada".
La compañía se pronuncia
Una decisión arbitraria que la compañía de autobuses ya ha cambiado. En bolsas los pueden llevar y al chófer le han llamado a capítulo: "En algunas ocasiones pecamos de exceso de celo como ha sido en este caso. Se hablará con él, por supuesto", dice Cristina Rosales, portavoz de la empresa de transporte.
Pero para los chavales aún falta algo: "Que nos pida perdón. Llegamos tarde a nuestra casa".
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