Son espacios abiertos y que cumplen muchas funciones. La tecnología móvil
no solo está cambiando cómo trabajamos, sino también dónde lo hacemos.
Para algunos afortunados empleados, la oficina del futuro es la del
presente. Al llegar les reciben unas taquillas de colores. “Tengo aquí mi
portátil, mi tableta, mi ratón…”, dice Isabel, y es todo lo que necesita.
En esta oficina futurista nadie tiene un puesto propio, ni siquiera los
jefes. Cada uno elige el lugar más adecuado para lo que tengan que hacer ese
día. “Hoy voy a irme a una sala, sobre todo para no molestar, porque están
hablando por teléfono”, comenta.
Hay salas individuales y colectivas, puestos para compartir documentos,
rincones privados de encuentro, una especie de anfiteatro para poner ideas en
común. Gracias a la tecnología, el trabajo ya no es el lugar donde está
nuestra máquina.
“La gente es móvil y ya no precisa de estar en un lugar concreto, porque la
máquina va con él. Con lo cual, el trabajo pasa de ser un lugar a ser una
actividad”, señala el arquitecto Francisco Vázquez.
También hay mesas aparentemente normales.. pero si la comparamos con una
oficina clásica, no hay teléfonos ni ordenadores fijos, ni cajoneras, ni
apenas papeles. Les basta el portátil y el smartphone.
“Es un espacio de trabajo, pero divertido, confortable, donde al final el
empleado se siente cómodo, con lo cual va a ser más productivo y sobre todo más
creativo”, asegura Fernando Carneros, de Microsoft España.
Un espacio de trabajo divertido donde se sienten más productivos y más
creativos.
La oficina del futuro no tiene horarios fijos. Se puede trabajar en casa y
venir aquí solo cuando sea necesario. Con lo que se ahorra espacio, tiempo
y dinero.
“Hay como 80 posiciones, aunque en los tres meses que llevamos de uso más
habitual del espacio, han pasado por aquí más de 1.000 personas”, explica Maite
González, responsable de Transformación Digital de Endesa.