Los chipriotas han recibido el acuerdo al que llegaron su Gobierno y el Eurogrupo con estoicismo, la gran mayoría, y otros con desconfianza. En una jornada de fiesta nacional que conmemora la Revolución Griega de 1821 contra los turcos, los habitantes de la capital de Chipre han tomado las terrazas y cafeterías del centro para disfrutar en familia o en grupos de amigos el día de asueto. Sin embargo, en el restaurante de Andreas Stefanu, en pleno centro peatonal de Nicosia, no había demasiados clientes, que preferían limitar sus consumiciones a un refresco o un pequeño plato en locales más modestos.
"Durante toda la pasada semana ha venido mucha menos gente de lo habitual", explica. Stefanu lamenta también que perderá "mucho dinero", ya que es propietario de varias tiendas de compraventa de oro y otros productos, y tiene depositado en el banco una cantidad importante de dinero, lo que le convertirá en una de las víctimas de la reestructuración bancaria.
"Pero eso no es lo importante -aseguraba-, lo importante es lo que va a pasar con el país y con la gente normal. Esperamos el regreso de nuestro presidente para que depure todas las responsabilidades".
Junto a él, uno de sus empleados, el joven camarero Dimitris Nikitópulos, que emigró de Grecia a Chipre hace 10 años, aparecía mucho más tranquilo. "Yo no tengo apenas dinero, así que no tengo miedo", afirmaba. La familia Theologu, que junto a sus pequeñas hijas tomaba un refrigerio en la calle Ledras, consideraba que aún era temprano para hacer alguna valoración. "Hay que tener paciencia para ver cómo evoluciona la situación de los bancos", afirmaba Aristos Theologu, funcionario.
Ni él ni su mujer temen por sus ahorros, ya que son inferiores a 100.000 euros, pero sí manifestaban cierto miedo a la reestructuración de la banca. "Mi mujer trabaja en una empresa privada que tiene grandes fondos depositados en el Laiki (que será liquidado) y no sabemos si eso afectará a la viabilidad de la compañía y tendrá que cerrar".
Más desconfiado se mostraba el matrimonio de pensionistas Vasso y Andreas Kleanzos. "No sabemos qué pasará en el futuro. No tenemos ninguna confianza en la troika, porque volverán cada tres meses con nuevas exigencias", se quejaba Vasso, a la que le han recortado la pensión un 10 % y volverá a sufrir un recorte del mismo monto al inicio del próximo año. Ambos fueron previsores y antes de que la crisis bancaria se abalanzase sobre Chipre dividieron los ahorros de 200.000 euros de toda su vida en cuatro cuentas diferentes a nombre suyo y de sus hijos, por lo que se librarán de eventuales impuestos.
"Mi situación es peor aún. Me siento indignado", denunciaba Leonidas, diseñador de interiores desempleado desde hace dos años. Su problema no es, como el de otros, mirar por sus ahorros sino por sus deudas. "Hipotequé las propiedades heredadas de mis padres por 137.000 euros para poder construir una casa para mi hija. Cada mes tengo que pagar 900 euros", explicaba Leonidas, que no sabe qué ocurrirá con sus deudas tras la reestructuración bancaria.
En Pafos, en el oeste de la isla, al término de los desfiles de la fiesta nacional, algunos ciudadanos se manifestaron exigiendo al Gobierno que los culpables de haber llevado a Chipre a la situación actual sean investigados por la Justicia. La población se hace eco de las noticias aparecidas en los últimos días que aseguran que miembros de la elite chipriota con conexiones con la política habrían retirado grandes cantidades de dinero antes de que se ejecutase el corralito puesto que sabían lo que iba a suceder, lo que ha contribuido aún más al enfado general.