Crisis de los microchips

La escasez mundial de microchips alcanza un punto crítico, Corea y Taiwan concentran el 81% de la producción

La pandemia de coronavirus ha provocado un desabastecimiento que está generando grandes pérdidas a nivel internacional, porque, sin estos chips, muchas empresas han tenido que parar su producción de forma temporal.

Microchip

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La escasez de chips, el cerebro de todos los dispositivos electrónicos del mundo, ha ido empeorando desde el año pasado. Al principio, el problema fue un retraso temporal en los suministros, ya que las fábricas cerraron cuando la pandemia de coronavirus golpeó por primera vez. Pero aunque la producción volvió a la normalidad, un nuevo aumento de la demanda de microchips impulsado por el cambio de hábitos debido a la pandemia significa que ahora está llegando a un punto crítico.

La crisis de los microchips

Parece imposible que algo tan pequeño sea capaz de paralizar medio mundo. Pero claro, vivimos en ciudades cada vez más conectadas, digitalizadas, inteligentes. Y aquí, el microchip es el rey. Sin ellos, es imposible producir electrodomésticos, móviles, ordenadores o coches.

"Suponen, hoy por hoy, al rededor del 35% del coste total del coche y su desabastecimiento lastra el ritmo de fabricación de los vehículos" asegura Tania Puche, de GANVAM. De hecho, las fábricas españolas han dejado de producir 230.000 vehículos en lo que va de año.

Y algunas como la fábrica de Volkswagen en Navarra están haciendo parones, porque sin microchips, se rompe la cadena. Para Carolina López de la Asociación Española de Proveedores de Automoción, "no se prevé que la situación mejore hasta entrado 2022".

Es una crisis internacional sin precedentes. Provocada, principalmente, por la pandemia del coronavirus. Gigantes tecnológicos como Apple, calculan que solo este trimestre podrían perder más de 3.500 millones de euros.

"Si esto sigue así es posible que haya más cierres de fábricas y es posible que se empiece a limitar el suministro de los microchips". Para evitar todo esto, para dejar de depender de Corea o Taiwan, Europa se plantea invertir 800 millones de euros en fábricas de microchips.

Los consumidores se enfrentan a aumentos de precios y escasez de productos, desde televisores y teléfonos móviles hasta automóviles y consolas de juegos, a medida que crece la escasez mundial de semiconductores.