Desde fuera parece evidente pero en realidad la línea es imperceptible: o estamos conectados o estamos enganchados. Puede ser un móvil, un portátil o una tableta. De usarlos a necesitarlos hay un paso que muchos ya han dado. Se trata de aparatos inteligentes en manos de personas que nunca los sueltan.
El trabajo tiene buena parte de culpa. Antes, el objetivo de las empresas era estar en Internet, ahora intentan que sus empleados desconecten para aprovechar más su tiempo. Ya son varias compañías las que están tomando medidas. Una de ellas se encuentra en San Sebastián de los Reyes, ahí se plantearon un reto y por eso crearon una burbuja: de ocho a doce dan la vuelta al móvil y consultan el correo una vez cada hora.
En todo el mundo se envían más de millón y medio de correos por segundo, y el 70% son basura. Es el caso de Sonia. En su puesto de trabajo recibía cada día unos 200 correos. Ella trabaja en una multinacional de 70.000 empleados que desde enero ya no podrán enviarse entre ellos correos electrónicos, la comunicación interna tendrá una red social propia.
Es un ejemplo que sigue la estela de grandes empresas de Alemania o Estados Unidos que ya han prohibido a sus empleados leer emails desde casa o cuando están de vacaciones.