Google ha sido la primera compañía en romper con Huawei. La marca estadounidense anunció el pasado domingo que dejaba sin sistema operativo a la compañía china, imprescindible para el buen funcionamiento del dispositivo móvil.
Ahora, la duda está en el resto de piezas. Procesadores, chips o memorias; son algunos de los materiales suministrados por empresas norteamericanas y que podrían no trabajar nunca más para la tecnológica asiática. El gobierno de Donald Trump no se fía de la marca.
"Lo que se teme es que no sean objetivos estrictamente económicos y comerciales sino que tengan algunos elementos adicionales geoestratégicos", argumenta el Catedrático en Derecho Internacional de la Universidad de Valencia, Carlos Esplugues.
Estados Unidos teme que China esté espiando al resto del mundo con sus móviles. Por eso, busca anular a Huawei, el segundo mayor vendedor de teléfonos del planeta. China advierte que responderá al ataque. "China apoyará a sus empresas a defender sus legítimos derechos", asegura Lu Kang, Portavoz Asuntos Exteriores.
Esta medida supone apoyar a todas las compañías chinas y paralizar las exportaciones minerales raros y de las que Estados Unidos depende en un 80%, no sólo para el uso de teléfonos móviles. También, estas materias son empleadas con frecuencia para la creación de los sistemas de armamento del ejército de estadounidense.
"A esa empresa que trabaja en china y que es americana le podría subir los impuestos", advierte César Lajud, Profesor de Economía en la Universidad Europea. Sólo en China, donde se fabrica gran parte de sus productos, se juega más de trece mil millones de dólares.
Huawei se desploma hoy en bolsa. Una caída a la que se suman otros grandes estadounidenses como Intel o Microsfot.
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