El pasado 21 de enero los taxistas de Madrid convocaron una huelga indefinida tras salir muy decepcionados de la reunión mantenida con el presidente de la Comunidad, Ángel Garrido, a quien reclamaban un "compromiso real" sobre la regulación de las VTC.
En ese momento decidieron cortar las principales vías madrileñas e instalaron su base de operaciones en IFEMA porque unos días más tarde, el 23 de febrero, comenzaba FITUR, la gran cita del turismo, que se convirtió en el escenario de sus protestas.
Desde allí veían el rumbo que tomaban las protestas de sus compañeros en Barcelona, donde la Generalitat aceptaba sus propuestas. En se momento deciden cambiar sus planes y pedir lo mismo que sus compañeros: un tiempo de precontatación para los VTC. Así se recrudecen las protestas y los taxistas intentan cortar los accesos a FITUR.
Sin embargo los avances son nulos y los taxistas trasladan sus protestas al centro de Madrid, donde deciden presionar ante la puerta de la sede del PP.
Tras diez días de huelga deciden bajar sus pretensiones, pero vuelven a recibir un no por parte del presidente de la Comunidad de Madrid.
Ante la nueva negativa, el 1 de febrero pasan a la vía judicial y demandan a los VTC y a las Administraciones. Pero el mismo día sus protestas dan un giro total y renuncian a su nueva gran línea roja: el tiempo de precontratación.
De esta manera y con esta renuncia volvían a mantener una reunión con la Comunidad de Madrid, que de nuevo les indicaba que no cedería ante sus pretensiones.
El desgaste tras 16 días de huelga se hace evidente y por eso los taxistas han decidido someter a referéndum si continúan con el paro o si vuelven al trabajo a pesar de no haber logrado un acuerdo.