La Unión Europea (UE) y el Reino Unido acordaron este domingo seguir negociando el acuerdo sobre su futura relación antes de que acabe el año, incumpliendo otra fecha límite más en las conversaciones del Brexit.
La decisión la tomaron la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula Von der Leyen, y el primer ministro británico, Boris Johnson, en una conversación telefónica que mantuvieron y que duró veinte minutos "aproximadamente", según fuentes comunitarias.
Ambos mandatarios mostraron su pesimismo durante esta semana sobre las posibilidades de alcanzar un acuerdo y se dieron de plazo hasta este domingo para decidir sobre el futuro de las negociaciones.
La mayoría de los divorcios son traumáticos y el que se avecina, si un milagro no lo impide, será catastrófico para Gran Bretaña pero también para España.
"Con una ruptura radical las consecuencias desde luego van a ser fuertes. Porque eso significaría un restablecimiento de las aduanas y de los aranceles y tendríamos dos problemas: el humano y el económico", explica José Luis Orella, profesor de historia de la Universidad CEU San Pablo.
Aranceles que serían muy dañinos ya que el Reino Unido es nuestro quinto cliente más importante. Por ejemplo, muchos coches que circulan por sus calles, o la mayoría de las frutas y hortalizas que consumen son 'Made in Spain'.
"Ahora competiríamos con Marruecos o con otros países con los que estaríamos en igualdad de condiciones", asegura Orella.
A la bolsa no le gusta el Brexit
La Bolsa de valores es el termómetro de la marcha de la economía y lo que refleja este termómetro es que el Bréxit no le gusta a nuestro país. En las últimas sesiones el IBEX 35 ha encabezado las caídas de las bolsas europeas ante el temor de las numerosas empresas españolas presentes en el Reino Unido a un divorcio por las malas.
En lo personal, hay que pensar en el medio millón de personas que viven en ambos países, y por supuesto en el ancestral litigio sobre Gibraltar. "Eso va a ser muy aprovechado por el gobierno gibraltareño para estrechar lazos con un gobierno que va a potenciar, podríamos decir, nacional, con la salida de la Unión Europea y por lo tanto, su identidad británica en ese aspecto", esclarece el profesor Orella.
Es tanto lo que hay en juego, que a pesar del divorcio Unión Europea y Gran Bretaña están condenadas a entenderse.