La entrada de Lituania en el euro será aprobada de forma definitiva en julio por el Ecofin, que tras recibir el dictamen de la nueva Eurocámara fijará el tipo de cambio irreversible entre la litas y el euro.
La candidatura de Lituania fue rechazada en 2006 porque no cumplía el criterio de inflación. En esta ocasión, Bruselas y el Banco Central Europeo han constatado que el país báltico sí cumple los requisitos, aunque el BCE ha avisado sobre los riesgos inflacionistas.
"El euro no sólo traerá beneficios directos a los ciudadanos de Lituania y a sus empresas. También ayudará a mantener unas finanzas públicas sanas y sólidas y a prevenir el populismo financiero", ha dicho la presidenta lituana, Dalia Grybauskaité, en un comunicado. A su juicio, si Lituana hubiera entrado en la UE en 2007, habría resistido mejor a la crisis financiera.
La entrada de Lituania completa la adhesión de los países bálticos pero supondrá un parón en las ampliaciones de la eurozona. De momento, ningún otro país de la ampliación está en el sistema monetario europeo y la condición para entrar en el euro es formar parte de él al menos dos años.
La entrada de Lituania desencadenará un nuevo sistema de rotación del voto en el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE), que hará que España pierda peso en la toma de decisiones de política monetaria al no estar presente en el directorio.
Con el nuevo sistema de rotación, los gobernadores de los bancos centrales de los Estados miembros quedarán repartidos en dos grupos. El primero estará formado por los cinco grandes países de la eurozona -Francia, Alemania, Italia, España y Holanda- y contará con cuatro votos.
El derecho de voto en este grupo rotará cada mes, lo que significa que el gobernador del Banco de España, Luis Linde, se quedará sin votar en las decisiones de política monetaria una vez cada cinco meses, aunque seguirá teniendo derecho a asistir a las reuniones.
Lo mismo ocurre con el resto de los grandes países, pero la diferencia es que tanto Alemania, como Francia e Italia tienen un representante permanente en el directorio del BCE, que podrá votar en todo momento, mientras que España lo perdió su silla en el comité ejecutivo en 2012.