Salvar a Grecia para que Europa se mantenga a flote. Esa es la consigna. Hay que evitar a toda costa que la bancarrota del país heleno arrastre a otras economías europeas empezando por las más débiles, la quiebra griega podría amenzar la integridad del euro y eso ni Angela Merkel ni Nicolas Sarkozy están dispuestos a permitirlo.
Tan sólo el anuncio de que ambos mandatarios iban a mantener una videoconferencia con el presidente griego Yiorgos Papandreu provocó un rebote en las bolsas europeas en las que hasta ese momento imperaba el pesimismo. En España el IBEX35 subió ayer un 2,5%.
Merkel y Sarkozy van a exigir a Papandreu que reorganice sus fianzas para poner en marcha la segunda parte del rescate. Grecia necesita dinero urgentemente. No tiene liquidez para pagar las nóminas y las pensiones de octubre. El gobierno griego ha anunciado el pase a la reserva de 20.000 funcionarios quienes durante un año cobrarán el 60% del sueldo, transcurrido este plazo podrán ser despedidos.
Italia también ha propuesto ajustes para calmar los mercados. En Bruselas, Berlusconi ha anunciado la subida del IVA del 20 al 21%, un impuesto para las rentas de más de 300.000 euros anuales y el aumento de edad de jubliación de las mujeres desde los 60 a los 65. Todo ellos después de las declaraciones de Obama en las que aseguraba que al margen de Grecia el gran problema eran las deudas soberanas de grandes países como España e Italia, como solución el presidente estadounidense proponía medidas fiscales conjuntas en la Unión Europea y que los países con superávit ayuden al resto.
En España quienes también han hablado han sido dos ex presidentes, Felipe González y José maría Aznar. El último, desde Whasington, se mostraba contundente. Según él, la Eurozona sufre un alto riesgo de desintegración debido a las muy malas decisiones tomadas en los últimos años, aunque también asegura que es posible salir de esta.