España vaciada
La paja de cebada, la nueva forma barata de dar calor a los hogares que agradecerá tu bolsillo
Con los pellets de cebada se puede conseguir el mismo poder calorífico que con la madera, solo que su producto es más barato debido a la materia prima empleada.
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Muchos de los pueblos de España cada vez sufren más la despoblación o la 'marginación' de las grandes ciudades al quedarse sin recursos de primera necesidad, como las farmacias de guardia o los cajeros. En su mayoría viven personas mayores, aunque también hay jóvenes que deciden quedarse en sus pueblos natales porque económicamente es mejor, o porque a raíz de la pandemia se busca más espacio y naturaleza.
Asimismo, muchas de estas personas que residen en esta España vaciada tratan de sacar el máximo partido al pueblo o a su gente, ofreciéndoles trabajo y aportando beneficios. Es el caso de Javier, quien tras años pensando en cómo darle otro uso a la paja de la cebada, por fin ha podido dar forma a su proyecto.
Todo empezó hace un tiempo, ya que "cada vez hay menos demanda, ganaderos cada vez quedan menos en la zona", cuenta el ganadero. En estos últimos meses, donde la guerra ha marcado el precio del gas y la incertidumbre en muchos hogares ante la decisión de si poner la calefacción o no, muchas personas han optado por reducir los gastos en calor para sus hogares. Por ello, Javier pensó que si la paja sobrante no es para dar de comer a los animales, sí que podría servir para dar calor a las personas.
La idea que tenía en mente fue presentada en un concurso, fue premiado y acaba de poner en marcha su granuladora traída desde Lituania. "Es el producto estrella de la fábrica", asegura. Pues esta máquina es capaz de fabricar pellets sin añadirle ningún otro ingrediente que no sea "paja, agua, presión y calor". Una receta sencilla con el que ha conseguido un producto equivalente al poder calorífico del pellet de la madera.
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Sin embargo, este 'nuevo producto' cuenta con una importante ventaja: "Es un producto más barato, porque la materia prima es más barata, porque está todo mecanizado". Es decir, aproximadamente cuesta la mitad que el de madera, y aunque todavía está empezando, Javier ya piensa en contratar a unas tres personas. Y eso, en un pueblo en el que viven unas 100 personas, supone un espaldarazo para una España vaciada de gente, pero no de buenas ideas.
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