Reforma fiscal

La reforma de las normas fiscales vuelve a enfrentar a los países europeos

Los socios europeos tienen claro que la pandemia o la transición verde y digital obligan a revisar un reglamento que se ha quedado antiguo, pero no todos piden los mismos cambios.

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Ha comenzado la batalla. Queda un año por delante para diseñar cómo serán las nuevas reglas fiscales en Europa. Unas normas, que se suspendieron por primera vez en la historia comunitaria debido al coronavirus, pero que está previsto que vuelvan a activarse en enero de 2023.

Los socios europeos tienen claro que la pandemia o la transición verde y digital obligan a revisar un reglamento que se ha quedado antiguo. Pero no todos los países comparten la misma ambición en los cambios. Quedan doce meses de duras negociaciones en los que España se juega mucho.

De momento, las posiciones de partida son bastante reconocibles. A un lado, los halcones del norte: Alemania, Holanda, Austria, los nórdicos. Este bloque acepta, -esta vez sí-, llevar a cabo ligeros retoques sobretodo para simplificar las normas, pero no concibe en ningún caso una revolución de los controles presupuestarios.

En frente, los países del Sur, -encabezados por Francia, Italia y España-, apuestan por una revisión de calado que aporte flexibilidad en los gastos y que dé recorrido a las inversiones que suponen los fondos europeos.

Ante estas discrepancias, casi de tintes históricos, la ministra Nadia Calviño ha pedido "salir de las viejas trincheras, de las líneas divisorias y de los debates del pasado", consciente de que sigue pesando mucho la herencia de la crisis financiera de 2008.

La española es tajante: "no tiene sentido volver a aplicar sin más, las reglas prepandemia", ha insistido. Esa ha sido su férrea posición en el primer Eurogrupo del año, celebrado en Bruselas, con la que ha querido posicionar el debate desde el primer minuto de partido.

La posición de Alemania

La reunión en Moncloa entre Pedro Sánchez y el nuevo canciller de Alemania, Olaf Scholz, ha sido un buen termómetro para ver cómo respira el nuevo gobierno alemán. La postura que mantenga Berlín en el Consejo Europeo será determinante para ver hacia dónde se inclina la decisión final.

España valora muy positivamente que la recién estrenada coalición germana (socialdemócratas, liberales y verdes) la encabece el SPD, en principio más sensible con las peticiones del sur, aunque, no nos engañemos, Scholz lleva una década dentro de los diferentes gobiernos de Angela Merkel.

El canciller por ahora se ha mojado lo justo. De momento, prefiere que sea su ministro de Finanzas, Christian Linder, el líder de los liberales, el que enseñe los dientes. Linder ha resumido su hoja de ruta para la economía comunitaria como: "inversiones por un lado, pero objetivos vinculantes por el otro", dejando en claro que Europa debe volver al control presupuestario.

Umbrales obsoletos

Las reglas fiscales nos marcan hasta dónde nos podemos endeudar o hasta dónde podemos gastar. Hasta 2020, el déficit público se debía situar por debajo del 3% del PIB y la deuda por debajo del 60% del PIB. Unos umbrales desfasados para la mayoría de analistas, viendo que, por ejemplo, los objetivos climáticos que se ha fijado la UE van a exigir enormes inversiones. El propio Pedro Sánchez aseguraba que estos baremos "son demasiado complejos, demasiado difíciles de cumplir... y que España considera necesario reformarlos".

Quedan doce meses. Un año en el que los países mediterráneos cuentan con una baza a su favor, Francia ocupa ahora mismo la presidencia rotatoria de la Unión y Macron quiere darle una buena impronta francesa a su semestre. El ministro galo de Finanzas, Bruno Le Maire, ha adelantado que París y Berlín trabajan ya en un documento común que pueda hacer avanzar el debate. España necesita colarse también en estos primeros lances de la negociación porque estamos definiendo el tablero económico de la Europa de las próximas décadas.

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