Mensajeros de todo el país ya trabajan sin descanso para distribuir los 1.500 millones de paquetes que se amontonan en los almacenes después de que cientos de millones de chinos compraran durante el Día del Soltero compulsivamente delante del ordenador. Sin ellos, este festival consumista no sería posible. El Doble 11 (el 11 de noviembre) es todo un reto para los "kuaidis", como popularmente se conocen a los repartidores en China, que, pese a estar acostumbrados a trabajar bajo presión a diario, tienen que lidiar estos días con caóticos montones de paquetes y jornadas interminables.
El pasado sábado se volvieron a batir récords: se realizaron más de 850 millones de pedidos en tan solo 24 horas por valor de 168.269 millones de yuanes (unos 25.386 millones de dólares) vendidos por el gigante del comercio electrónico Alibaba, un 42,6% más que en 2016. "En el 11.11 una persona puede repartir entre 600 y 700 paquetes. Se trabaja desde las 6.00 de la mañana hasta las 22.00 de la noche", cuenta un empleado de la empresa de reparto Tiantian Express que prefiere no desvelar su nombre. Sus jefes, asegura, les han prohibido hablar con los medios de comunicación -como suele ser habitual en China- durante una de las charlas previas al día con más ventas del planeta.
"Se trabaja desde las 6.00 de la mañana hasta las 22.00 de la noche"
Todos en fila, como si de un desfile militar se tratara, han recibido las órdenes de sus superiores sobre cómo afrontar el gran desafío logístico al que se enfrentan en los días posteriores al evento, donde los paquetes a clasificar se multiplican. Solo el sábado, 331 millones de paquetes fueron gestionados por las compañías de mensajería chinas, mientras que el resto -hasta llegar a los 1.500 millones- se repartirán hasta el próximo jueves, lo que supone un volumen de trabajo tres veces superior al habitual, según cifras de la autoridad estatal de correos.
El nivel de presión al que los "kuaidis" están sometidos a diario es muy alto. Su sueldo depende del número de paquetes que entregan, por lo que lo más importante para ellos es repartir el máximo número posible en un tiempo récord. "No tengo tiempo ni para comer", comenta otro repartidor sobre su rutina laboral en la que, de 8.00 a 20.00 horas, suele repartir más de un centenar de paquetes un día cualquiera. Numerosos triciclos de reparto recorren a diario las calles de Pekín a gran velocidad, a la vez que los repartidores aprovechan cualquier descanso entre paquete y paquete para echar una siesta donde se tercie: en plena calle, tumbados en la acera o sentados en sus vehículos.
"La presión no es solo el 11.11. Cada día trabajamos bajo presión porque cuantos más paquetes repartamos, más dinero ganamos", dice un "kuaidi" mientras aprovecha la breve charla para tomarse un pequeño respiro. Por cada paquete que reparten, suelen recibir 1,7 yuanes (unos 20 céntimos de euro), por lo que el Día del Soltero supone para ellos una oportunidad para superar con creces los 3.500 yuanes (unos 450 euros) que suelen llegar a ganar al mes. Hasta en las zonas más remotas del país aumenta la actividad para hacer frente a los numerosos pedidos.
Por eso, las empresas necesitan contratar a más personal, desde conductores a empleados que clasifiquen los paquetes, para hacer frente a este masivo día de compras a través de internet. Incluso algunas empresas de mensajería han ofrecido estos días condiciones más atractivas para atraer empleados, como por ejemplo, darles comida y alojamiento. Para garantizar un reparto más eficiente, las empresas también han empezado a experimentar con sistemas automatizados para gestionar los pedidos.
Este año el brazo de distribución de Alibaba, Cainiao, ha establecido varios almacenes automáticos en distintas zonas del país como en la provincia de Cantón, donde unos doscientos robots ayudan a procesar mas de un millón de envíos por día. Cainiaio también ha abierto oficinas de pedidos adicionales en todo el mundo y ha desplegado una flota de diez aviones de carga para transportar mercancías a Europa.
Todo ello para hacer posible esta fiesta del consumismo, cuya dimensión global supera con creces a las de otras jornadas de ofertas en el planeta: las ventas el 11.11 fueron 2,5 veces mayores al total del "Viernes Negro" ("Black Friday") y del Ciberlunes ("Ciber Monday") juntos.