El salario bruto anual se situó en 23.003,2 euros en 2018, cifra un 0,9% superior a la de 2017 y la más elevada de toda la serie, que se inicia en 2001, según la Encuesta Anual de Coste Laboral elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Este aumento del salario bruto supone el cuarto incremento anual consecutivo.
El coste neto que tuvieron que pagar las empresas por cada trabajador ascendió a 30.883,4 euros en 2018, un 1,1% más que en el año precedente. Si se tienen en cuenta las subvenciones y deducciones públicas, que ascendieron a 202,3 euros, el coste bruto por trabajador alcanzó los 31.085,7 euros el año pasado, con un avance anual también del 1,1% respecto a 2017 y el más alto desde el ejercicio 2011.
El 74% del coste bruto lo constituyeron sueldos y salarios, mientras que las cotizaciones a la Seguridad Social, que ascendieron a 7.187,4 euros por trabajador, representaron el 23,1% del total. De este modo, salarios y cotizaciones supusieron el 97,1% del coste bruto. Además de estas partidas, casi 412 euros anuales se destinaron a beneficios sociales por trabajador (cotizaciones voluntarias a seguros y planes de pensiones, prestaciones complementarias a la Seguridad Social, etc.); 208,69 euros a otros gastos derivados del trabajo (indemnizaciones por fin de contrato, ropa de trabajo, transporte, etc.); 192,1 euros a indemnizaciones por despido, y 82,3 euros a formación profesional.
De acuerdo con los datos del INE, el sueldo bruto anual de los trabajadores de grandes empresas (200 o más empleados) fue un 51% superior al de las empresas más pequeñas (menos de 50 trabajadores), con 28.324 euros en el caso de las primeras, frente a 18.762 euros anuales en el de las segundas. Las medianas empresas (de 50 a 199 trabajadores) pagaron a sus trabajadores una media de 24.581 euros en 2018.
De todos los centros de trabajo consultados por el INE para la realización de esta encuesta, el 94,1% de ellos, representativos del 88,2% de los trabajadores, regulaban en 2018 sus condiciones laborales mediante convenio colectivo, la mayoría (el 65,6%) de ámbito inferior al estatal (sectorial, autonómico, provincial, etc.).
El 2,1% de los centros de trabajo con convenio, representativos del 3,8% de los trabajadores, vieron modificadas sus condiciones de trabajo durante el año pasado. Tanto el porcentaje de centros que modificaron las condiciones de trabajo como el de trabajadores afectados subió ligeramente respecto al año 2017. Según Estadística, el coste laboral neto más alto se registró en 2018 en los centros regulados mediante otra forma distinta al del convenio colectivo (37.097,2 anuales), seguido de los centros con convenio de empresa (36.562,6 euros anuales); los que tienen convenios estatales (30.080,6 euros), y de los que cuentan con un convenio de ámbito inferior al estatal (26.177,9 euros).
Industria, el sector con el mejor salario
Por sectores, la industria registró el mayor coste neto por trabajador en 2018, con 37.235,5 euros, lo que supone un aumento anual del 0,9%. Los costes no salariales de la industria subieron el año pasado un 2,1%, mientras que los salarios aumentaron un 0,4%, hasta los 27.474 euros anuales.
El sector de la construcción experimentó un incremento del coste neto del 1,4% debido al repunte en un 1,2% de los costes no salariales y del aumento en un 1,4% del sueldo pagado por este sector, que se situó en 22.426,6 euros anuales.
Por su parte, el sector servicios experimentó un incremento del coste neto por trabajador del 1,2%. Ello se explica por el ascenso de los salarios del sector en un 1%, hasta los 22.234,6 euros, y por el repunte de los costes no salariales en un 2%.
El organismo estadístico observa diferencias "notables" en los costes laborales por trabajador de las distintas actividades, con registros que oscilan entre los 19.083 euros anuales brutos de los trabajadores de la hostelería, hasta los más de 75.835 euros por trabajador en las secciones de suministro de energía eléctrica, gas, vapor y aire acondicionado.
De hecho, las actividades de energía, pero también las de finanzas, destacaron por ser las que mayores sueldos y salarios pagaron a sus trabajadores y las que asumieron un mayor coste en beneficios sociales para sus empleados.
Las industrias extractivas y el suministro energétoco, por su parte, presentaron los mayores gastos derivados del trabajo, mientras que las actividades financieras y las inmobiliarias registraron los mayores costes en indemnizaciones por despido. Por contra, la Administración Pública y la Educación tuvieron unos gastos en concepto de despidos "muy inferiores" a la media. El suministro de energía eléctrica y las actividades financieras son las actividades que más invierten en formación, mientras que hostelería y actividades artísticas, recreativas y de entretenimiento son las que menos gastan en esta materia.