El acuerdo alcanzado por Atenas con sus socios da paso ahora a las dificultades internas en Grecia, ya que el Gobierno de Alexis Tsipras tiene que conseguir el apoyo en las filas de su partido Syriza para que el Parlamento apruebe las nuevas medidas de ajuste en las próximas 72 horas, como exige el pacto. Al volver de Bruselas, Tsipras mantuvo una reunión con sus colaboradores más cercanos, entre ellos el titular de Finanzas, Euclides Tsakalotos; los ministros de Estado, Nikos Pappás y Alekos Flaburaris, y el responsable de Interior, Nikos Vutsis.
Está previsto que se entreviste también con su socio de Gobierno, Panos Kamenos, líder de Griegos Independientes, para informarle sobre el contenido del acuerdo alcanzado con los acreedores, tras las maratonianas reuniones del fin de semana. Tsipras se enfrenta ahora a la dificultad de vender el acuerdo en el seno del izquierdista Syriza, pues algunos de sus miembros se han mostrado abiertamente en contra de aceptar medidas que impliquen más austeridad. La votación del viernes pasado, en la que el Parlamento debía dar luz verde al Ejecutivo para continuar las negociaciones en base a la propuesta griega, ya puso de manifiesto que muchos diputados del partido gobernante no aceptarán fácilmente este plan.
El grupo parlamentario de Syriza se reunirá mañana a primera hora para tratar el pacto y la situación interna que se presenta ante el desacuerdo de 32 diputados en esa votación. Diecisiete de ellos se manifestaron en contra, se abstuvieron o no acudieron a la votación, mientras otros quince, que sí apoyaron el mandato para la negociación, dejaron claro que lo hacían aun sin comulgar con la propuesta, lo que dejó muy debilitada la mayoría parlamentaria.
Entre los diputados díscolos hubo personalidades tan destacadas como la presidenta del Parlamento, Zoé Konstandopulu, y el ministro de Energía y representante de la Plataforma de Izquierda dentro de Syriza, Panayotis Lafazanis, que optaron por la abstención. Todos los escenarios están abiertos ahora ante la posibilidad de que la puesta en marcha de las reformas conduzca a la implosión de Syriza, incluso la convocatoria de elecciones anticipadas.
El ministro griego de Trabajo, Panos Skurletis, ya ha aventurado que habrá comicios adelantados a lo largo de este año y que hasta entonces o bien se creará un Gobierno de amplia coalición o bien se buscarán apoyos puntuales de la oposición para poder aplicar las reformas acordadas con la eurozona. Skurletis ha reconocido que hay un problema con la mayoría gobernante, por eso es más que previsible que se produzca una remodelación del Ejecutivo, lo que podría tener lugar en breve. La oposición, en cambio, ha celebrado la consecución del acuerdo y todos los partidos proeuropeos lo han interpretado como necesario para garantizar la permanencia del país en la eurozona. El presidente interino de los conservadores de Nueva Democracia, Vangelis Meimarakis, aseguró que ahora es el momento de que el país inicie una nueva andadura en Europa.
"Con el acuerdo Grecia ha respirado, y con seriedad y responsabilidad buscará reiniciar sus pasos en Europa", afirmó. El representante del centrista To Potami, Stavros Theodorakis, destacó que Grecia ha logrado su objetivo de mantenerse en la eurozona y en la Unión Europea, aunque el acuerdo implique "medidas dolorosas" y suponga "nuevos sacrificios" para el pueblo griego. "Esperemos que el Gobierno, el Parlamento y los partidos hagan lo que deben y tomen las decisiones que les corresponden sin tardar para pasar a una nueva era lo antes posible", apuntó Theodorakis.
La líder del socialdemócrata Pasok, Fofi Yenimatá, instó al Ejecutivo a actuar "rápido", ya que, recalcó, no tiene "espacio para otros errores". "Hemos evitado el grexit (salida del Grecia del euro), hay un acuerdo que ahora evaluaremos", señaló Yenimatá. En medio del terremoto político continúa la incertidumbre sobre la apertura de los bancos, pues siguen cerrados tras quince días, una situación que no cambiará al menos en las próximas jornadas, confirmaron a Efe fuentes de la unión bancaria helena. El Banco Central Europeo (BCE) ha mantenido de nuevo hoy la liquidez de emergencia a la que pueden acceder las entidades griegas en 89.000 millones de euros, y todo apunta que hasta que no aumente este techo será muy difícil la reapertura de los bancos, según las fuentes.