Una nueva plataforma de movilización independentista, 'Tsunami Democràtic', que investiga el Ministerio del Interior, ha irrumpido en escena para liderar las protestas contra la sentencia del 'procés' desde una estructura secreta que utiliza las redes sociales para canalizar las instrucciones a sus seguidores.
El llamado 'Tsunami Democratic' ha anunciado que no tiene previsto organizar otra acción hasta el sábado 26 de octubre, y que ahora quieren dar protagonismo a las iniciativas que están en marcha tales como las 'Marchas por la Libertad' y la convocatoria este viernes de una huelga general.
'Tsunami Democratic' nació en una cumbre el 2 de septiembre en Ginebra. Sin previo aviso, apareció una nueva cuenta en Twitter, que llamaba a "recuperar la iniciativa" y a usar la "desobediencia civil" y la "no violencia" para responder a la próxima sentencia del 'procés'.
Se creó en torno a una mesa en la que se encontraban el presidente de la Generalitat, Quim Torra, y los fugados Carles Puigdemont, Marta Rovira (ERC) y Anna Gabriel (CUP).
Su aparición, entre llamamientos constantes a la movilización "pacífica", busca eclipsar el protagonismo que han tenido en los últimos meses los Comités de Defensa de la República (CDR), que con su estructura anarquizante y reacia a supeditarse a estrategias institucionales ha incomodado al independentismo oficial, por el temor a que sus acciones agrieten el relato de la no violencia.
¿Cómo se comunican?
En los primeros pasos, Twitter y Telegram han sido sus principales vías de comunicación con la ciudadanía. Entre estas dos redes sociales, suman más de 400.000 seguidores. Para coordinar las próximas movilizaciones han lanzado una aplicación móvil singular: no se puede encontrar en las centrales de descarga de aplicaciones usuales y, para acceder a su contenido, hace falta escanear un código QR "de confianza".
Al usar este sistema, el Tsunami quiere esquivar posibles vetos en las 'app store' comunes, así como dificultar la clausura de la aplicación por parte de las autoridades. A nivel interno, a la hora de planificar las acciones, funcionan como un motor en el que cada pieza sabe cuál es su cometido y se coordina con las demás, trabajando en compartimentos estancos y tratando de proteger al máximo la identidad de sus componentes, incluso entre ellos.
Al celo con el que tratan sus comunicaciones se suma una estudiada puesta en escena: en sus primeras acciones los activistas usaron máscaras y las instrucciones para responder a la sentencia se dieron de forma escalonada, para evitar que los cuerpos de seguridad frustraran sus planes. Además, al no avanzar las convocatorias, refuerzan el factor sorpresa y el mensaje de que pueden aparecer en cualquier momento en cualquier parte.