El expresidente del Gobierno, José María Aznar, ha asegurado este jueves que lo que ocurrido en Cataluña "no es un episodio más de radicalización del nacionalismo", sino "un punto y aparte, una rebelión en toda regla" que no es la primera vez que ocurre, pero siempre lo ha hecho "con consecuencias desastrosas". Considera que "no queda lugar para suponer buena fe en las apelaciones al diálogo" y no se puede hablar de ello "con los que han protagonizado la rebelión" y han puesto las estructuras "al servicio de una estrategia insurreccional".
Así lo ha afirmado durante la clausura del II Foro Ideas Faes 'La Comunidad Valenciana ante el nacionalismo catalán', en el que los ponentes han analizado la "presión nacionalista" y los efectos del desafío independentista catalán en esta región, en el que ha lamentado que el nacionalismo "ha vuelto a arrastrar a Cataluña a una tragedia". En su intervención, el presidente de la Fundación Faes ha rechazado "componer retratos apocalípticos de situaciones sin solución porque no serían ciertos", aunque ha admitido que el actual "es un momento de gravedad especial" porque se ha puesto a prueba la solidez del edificio constitucional, que "está dando muestras más que razonables de solidez, por más que algunos se empeñen en que la Constitución es el problema y su reforma la solución".
"El problema no es la Constitución, sino que todos estemos a la altura", ha apuntado, para alertar de que "el hecho de que la sociedad española en su gran mayoría esté respondiendo con un sólido sentido nacional al desafío independentista" no significa "que haya concluido, que haya sido derrotado ni que pueda adivinarse un horizonte de normalidad constitucional y cívica para Cataluña". Para Aznar, la "intentona insurreccional que persiste" en esa comunidad aleja a España del objetivo del país de mantenerse "en el grupo de cabeza de las mejores democracias, de las economías más consistentes y competitivas, de las sociedades más dinámicas y creativas".
En Cataluña, ha proseguido, "el nacionalismo está actuando como catalizador de una estrategia de desestabilización para destruir la Constitución de todos" y en esa estrategia, "el designio expansionista del independentismo catalán no es un elemento menor ni secundario y apunta claramente a la Comunidad Valenciana". Según ha explicado en su discurso, en España concurren el populismo antisistema y el revisionismo histórico "que continua sus esfuerzos por deslegitimar la Constitución y arrastrarnos a desandar el camino" ya recorrido, y en Cataluña el nacionalismo independentista "ha creado una amalgama con populistas y revisionistas, una amalgama destructiva, en primer lugar para la propia Cataluña, pero que aspira a reproducir allí donde se creen las condiciones".
"Quiero precisar que hablo de los independentistas catalanes que han creado una situación absolutamente inaceptable, no de Cataluña", ha subrayado el expresidente, que ha manifestado que frente al nacionalismo no apuesta por un "duelo de identidades", sino que se le hace frente "con pluralidad, con capacidad integradora, con la vivencia de una identidad que no excluye a las patrias chicas de la patria grande". Según ha dicho, al nacionalismo, "cuando pierde el sentido, empezando por el sentido de la realidad, se le hace frente con ciudadanía democrática y una determinación inflexible de defender lo que es de todos, y punto".
Según Aznar, lo que ha ocurrido en Cataluña no es un episodio más de radicalización del nacionalismo, sino "un punto y aparte, una rebelión en toda regla" y ha recordado que "no es la primera vez en la historia que el nacionalismo catalán lo hace y siempre con consecuencias desastrosas". "Podíamos pensar que no volvería a ocurrir, pero no ha sido así y el nacionalismo ha vuelto a arrastrar a Cataluña a una tragedia. El nacionalismo ha tirado por la borda los esfuerzos de integración de décadas de desarrollo de autogobierno, de intervención en la política nacional, de un afán genuino de superación de la simple conllevanza para abrir un horizonte de participación en el gran proyecto nacional y democrático de vida en común que es España", ha dicho.
En cualquier caso, ha advertido: "No tenemos que arrepentirnos de haber hecho ese esfuerzo, que fue también una forma de lealtad al espíritu de la Transición y del pacto constitucional" pero hay que "ser conscientes de lo que ha ocurrido". Por ello, ha indicado que "ni el buenismo más despreocupado puede pasar por alto este hecho que es de una gravedad histórica" y "no queda lugar para suponer buena fe en las apelaciones al diálogo, ni es posible hablar de diálogo con los que han protagonizado la rebelión desde su posición como cargos públicos y han puesto las estructuras de sus partidos y organizaciones políticas al servicio de una estrategia insurreccional".
"La España democrática no tiene deuda alguna con el nacionalismo, más bien al contrario. Como dijo alguien que sabe mucho de esto, el nacionalismo niega en nombre de la identidad, lo que reclama en nombre de la democracia; los independentistas han llegado a un extremo inaceptable en este doble juego, ese tiempo ha acabado", ha aseverado. Aznar ha advertido que "los deseos de una vuelta a la situación anterior, cualquiera que sea esta, no se van a cumplir" y "no deben cumplirse" porque "el juego ha cambiado en Cataluña y en el resto de España y quien no sea consciente de este cambio, quien lo niegue o lo ignore va a chocar, si no está chocando ya, contra una realidad muy sólida, la realidad de que España existe como nación de ciudadanos y estos no están dispuestos a poner en tela de juicio su continuidad histórica y su futuro de convivencia común".
El exdirigente ha manifestado su deseo de que "esta realidad tenga intérpretes adecuados, también en el nacionalismo catalán" si se aspira a que "esa sociedad quebrada repare sus grietas con el respeto efectivo a los derechos de todos". Si no se entiende que España no va a poner en juego su continuidad como nación, los tiempos seguirán siendo difíciles. Cataluña necesita el remedio de la ley y el estímulo de una alternativa política amplia frente al independentismo, y eso también requiere políticos que crean en ese objetivo y lo hagan realidad con generosidad y liderazgo, porque liderazgo es precisamente hacer que las cosas cambien, no que sigan igual".
En su discurso también se ha referido a la recuperación económica "sólida y equilibrada" de España, que debe todavía "plasmarse en una percepción más generalizada de que las cosas van mejor también a escala personal" y el sistema político "no ha sufrido en la misma medida que otros países europeos el impacto en el modelo de partidos de la emergencia de nuevas fuerzas, algunas desde luego muy preocupantes". No obstante, ha indicado que "también en España la fragmentación se ha impuesto y eso apunta a dificultades de gobernabilidad ahora y en el futuro que los partidos tendrán que resolver", y ha apelado también a no seguir eludiendo reformas "que siguen aplazadas" en pensiones, educación, energía o sector público.