En julio de 2014, Pedro Sánchez era un joven político recién salido del anonimato que se convirtió en Secretario General del PSOE. Dejó en la cuneta a Eduardo Madina y lo hizo contando con grandes apoyos, entre ellos el de Susana Díaz o el de José Luis Rodríguez Zapatero.
Pero, según cuenta Toni Bolaño en el diario La Razón, poco tiempo después, Susana Díaz y muchos de los mentores de Pedro Sánchez pensaron que se habían equivocado en su elección, que ese joven y casi desconocido diputado madrileño era "una máquina de hacer enemigos". Es lo que Bolaño denomina 'la conjura del Hotel Santo Mauro'. Pedro Sánchez no se conformó con la Secretaría General, quería ser el candidato a presidente de Gobierno y comenzó a darse a conocer incluso acudiendo a programas de televisión de entretenimiento. Entonces, la brecha entre Pedro y Susana se agrandó. llegaron las elecciones generales y Pedro Sánchez se mostró agresivo.
Los electores le dieron la espalda, el PSOE solo consiguió 90 diputados, su mínimo histórico, pero Pedro Sánchez tuvo opciones de convertirse en presidente del Gobierno, consiguiendo el apoyo de Ciudadanos pero no el de Podemos. Seis meses más tarde se repitieron las elecciones generales, y en esta ocasión baja a 84 diputados. Las elecciones autonómicas gallegas y vascas tampoco le dieron ninguna alegría al PSOE y, en la debacle, la mayoría de los barones ponen a Pedro Sánchez en el punto de mira.
En octubre de 2016 se reunió el Comité Federal, en el que la fractura del PSOE fue evidente. Pedro Sánchez perdió el pulso con los barones y dimitió.
Salió de Ferraz, pero lo hizo pensando en volver. Tras dejar su acta de parlamentario, anunció que recorrería España en su coche para refundar el Partido Socialista. Su mensaje caló entre los militantes, los que votan, los que le han avalado y lo han hecho resurgir de las cenizas.