Candidatos a las elecciones catalanas del 21D

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Un incierto escenario de gobernabilidad

Las claves de las elecciones catalanas: participación y pactos

Se prevé una participación histórica que incluso roce o supere el 80%, según algunos sondeos, lo que podría invalidar todas las previsiones.

Las elecciones catalanas de este jueves, convocadas por el Gobierno al asumir las competencias de la Generalitat por la vía constitucional ante el intento fallido de una declaración unilateral de independencia, tendrán entre sus principales claves el nivel de participación y la capacidad de pactos para la gobernabilidad. En este excepcional contexto, que ha llevado a prisión a medio Govern mientras otro medio está en Bruselas huido de la Justicia, las principales claves a seguir son las siguientes:

LA PARTICIPACIÓN

Todos los sondeos auguran una participación histórica, incluso rozando o superando el 80% -en las de 2015 se superó el 77%- lo que podría dinamitar todas las quinielas en función del sentido de voto de quienes en otras citas se quedaron en casa.

Aparentemente movilizado al cien por cien el votante independentista, queda por ver si una participación récord iría al voto constitucionalista y qué fuerza de este bloque (C's, PSC y PPC) se beneficiará más de ello.

Para añadir más niebla demoscópica, serán las primeras elecciones en territorio español que se celebran en un día laborable desde las generales de 1982. Y a apenas tres días de la Navidad.

LA GOBERNABILIDAD

Junto a la participación es la otra gran incógnita del 21-D. Parece lejano, pero las elecciones catalanas del 27S de 2015 parecían condenadas a repetirse cuando un acuerdo exprés de Junts pel Sí con la CUP dio la presidencia a Carles Puigdemont.

Si los sondeos aciertan ya se verá el jueves, pero a priori casi todos coinciden en un incierto escenario de gobernabilidad, que puede decantarse en función de la participación y del voto de último minuto.

LA CAMPAÑA

Se ha dicho que serán unas elecciones decisivas y que la campaña también lo iba a ser. Lo primero está por ver cuando finalice el recuento, pero lo segundo, visto hasta hoy, ha sido una campaña con pocos giros de guión y ritmo bastante previsible dentro de la excepcionalidad de la convocatoria.

Ha sido más una campaña de efectos mediáticos que de mensajes programáticos, más de especulaciones sobre geometría parlamentaria que de promesas electorales.

Una campaña atípica, con el candidato de ERC, Oriol Junqueras, en prisión, con el aspirante a renovar la presidencia, Carles Puigdemont (JXCat) haciendo campaña en Bélgica eludiendo a la Justicia española y con candidatos republicanos y del PDCAT en mítines, pero en libertad provisional. Por atípica, ni se espera la tradicional foto de candidatos en la jornada de reflexión.

DOS BLOQUES, UNA DOBLE PUGNA

La polarización y tensión de la política catalana desde 2012 y acentuada el pasado otoño han conferido a estas elecciones un cariz bipolar, en el que se dilucida si habrá una mayoría del llamado bloque independentista (ERC, JxCat y CUP) o del denominado bloque constitucionalista (C's, PSC y PPC), pero que a su vez encierra una pugna por el voto útil en cada una de estas alternativas.

Los sondeos arrancaron favorables para ERC en el bloque independentista, pero tras la decisión de Puigdemont de encabezar JxCat desde Bruselas las distancias se fueron recortando.

En el lado constitucionalista la mayoría de sondeos apuntan a un liderazgo de la formación de Inés Arrimadas, seguido de cerca del PSC de Miquel Iceta y a más distancia por el PPC de Xavier García Albiol.

LA LLAVE

Entre ambos bloques los sondeos sitúan a los comunes de Xavier Domènech como la formación que puede llegar a tener la llave de la gobernabilidad, dada su apuesta por una transversalidad ideológica que, apelando a los valores republicanos de la izquierda y a una agenda social, le permitiría conformar una alternativa con ERC y PSC si los primeros abandonan la vía unilateral y los segundos se desmarcan de C's y PPC.

Sin embargo, casi ningún sondeo otorga una suma suficiente a este tripartito de izquierdas, mientras que ERC sigue contando en primera instancia con JxCat y la CUP para sumar mayoría.

LA OPCIÓN PRESIDENCIALISTA

La Generalitat de Cataluña ha sido casi durante toda la actual etapa democrática una institución de fuerte sesgo presidencialista, en su restauración con Josep Tarradellas y durante 23 años con Jordi Pujol.

La opción de un "president" por encima de bloques y cohesionador de la sociedad catalana ha cotizado fuerte en esta campaña. No en vano, a diferencia de 2015, cuando ERC y PdCAT pactaron que el candidato Artur Mas no fuera de número uno -lo fue Raül Romeva- esta vez ambas formaciones -la segunda bajo el paraguas de JxCat- sí que reclaman respectivamente -y en abierta pugna- la presidencia tanto para Junqueras como para Puigdemont.

Y en el bloque constitucionalista C's proyecta a la hasta ahora jefa de la oposición, Inés Arrimadas, como la primera presidenta de Cataluña y la "presidenta de todos", mientras que el PSC propone a Miquel Iceta como el "president de la reconciliación", con un perfil marcadamente institucional y por encima de diferencias ideológicas; no en vano concurre excepcionalmente con Units per Avançar, la antigua UDC y ex socia de CDC durante casi tres décadas.

Por su parte, el candidato del PPC, Xavier García Albiol, pone por encima de todo que sume el bloque constitucionalista y hasta se ha mostrado dispuesto a ser vicepresidente con Arrimadas o Iceta.

EL FACTOR D'HONDT

Si hay una cuestión eternamente aplazada en Cataluña es la revisión de su ley electoral. Una competencia transferida de serie a las autonomías como poder regular su propio marco electoral se ha estrellado una y otra vez en la negociación parlamentaria catalana, que exige dos tercios del Parlament -90 diputados- para acometer esa reforma.

Así las cosas, el día 21 se elegirán 85 diputados por Barcelona, 18 por Tarragona, 17 por Girona y 15 por Lleida, con la especifidad de que por el recuento de la ley D'Hondt se beneficia a las zonas menos habitadas; es decir, hacen falta muchos menos votos para sacar un escaño por Lleida que para hacerlo por Barcelona. Por ello el voto en el área metropolitana es el más disputado.

En el bloque constitucionalista C's ya perforó el tradicional granero de votos de la izquierda en 2015, que pasó del cinturón "rojo" principalmente socialista al cinturón "naranja" de Arrimadas.

Para el bloque independentista el área metropolitana, y en especial Barcelona, representa un espejo de doble cara: sus calles son el principal escaparate internacional de las manifestaciones convocadas por sus entidades, pero los votos en las autonómicas para sus representantes políticos no discurren siempre en paralelo a esa imagen.

LA SOMBRA DE LA REPETICIÓN ELECTORAL

Ya ocurrió a nivel español en 2016 y se rozó lo mismo en las catalanas de 2015, pero una creativa solución del bloque independentista evitó repetir las elecciones sacrificando a Artur Mas -el ideólogo del rumbo soberanista de CDC- a cambio del apoyo de la CUP e invistiendo como presidente al número 3 por Girona, el entonces alcalde Carles Puigdemont.

Aunque todos los candidatos se han conjurado en campaña para evitar una repetición electoral, los resultados de la noche del jueves, y sobre todo la capacidad de maniobra que observen los partidos para conformar amplias y heterogéneas alianzas, determinarán si Cataluña es hoy por hoy ingobernable y hay que volver a llamar a la ciudadanía a las urnas. Llegado el caso, serían las quintas elecciones autonómicas catalanas en menos de ocho años.

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