Junio de 1968. ETA asesina al Guardia civil José Pardines. Comienza así una carrera sangrienta de casi cincuenta años. Por el camino deja un reguero de 879 victimas y miles de heridos.
Su primer gran golpe fue en 1973: el comando Madrid acaba con la vida del presidente del gobierno Carrero Blanco. 1977, cientos de presos etarras salen a la calle tras declararse una amnistía. Pero ETA no deja de matar.
Entre 1978 y 1980 asesinan a casi doscientas personas, poniendo en jaque a la incipiente democracia: en 1986 mueren doce guardia civiles en Madrid. Un año después ejecutan el atentado de Hipercor en Barcelona: matan a 21 personas. Y a cinco niños en el atentado de la casa cuartel de Zaragoza.
1989, el gobierno de Felipe González negocia con la banda en Argel. 14 meses después ETA rompe la tregua. La década de los noventa se convierte de nuevo en un mosaico sangriento. Desde el atentado a Maria Jesús González y su hija Irene Villa, hasta los seis muertos del coche bomba de Vallecas.
José María Aznar sale ileso de un coche bomba, y dos años después, en 1997, es liberado José Antonio Ortega Lara tras 532 días de secuestro. ETA responde con el asesinato del concejal del PP Miguel Ángel Blanco. Nace así el llamado Espíritu de Ermua.
En el año 2000 se firma el pacto por las libertades y contra el terrorismo. Entre 2001 y 2004 son detenidos 350 terroristas, y sus tres máximos dirigentes: Iñaki de Rentería, Baltza y Mikel Antza. Cuando ETA está más débil, el gobierno de Zapatero abre el llamado proceso de paz. El atentado de la T4 en Barajas rompe la negociación. A partir de ahí, la contundente acción policial va debilitando a ETA hasta casi su extinción.