El Rey Felipe VI ha acreditado por vez primera a un grupo de embajadores extranjeros, trámite con el que España les reconoce formal y definitivamente como representantes de sus respectivos países.
La ceremonia solemne, propia de los países con monarquía y cuyo origen en España se remonta al siglo XVI, ha tenido lugar en el Palacio Real y ha seguido el mismo protocolo que se aplicaba durante el reinado de Juan Carlos I. La presentación de cartas credenciales tan solo se celebró en un par de ocasiones en un formato distinto en el Palacio de la Zarzuela como consecuencia de las operaciones consecutivas de cadera de Don Juan Carlos en septiembre y noviembre pasado.
El 9 de abril de este año, con el Rey Don Juan Carlos recuperado y unos meses antes de su abdicación, la ceremonia volvió a sus orígenes celebrándose con la pompa característica en el Palacio Real, adonde son llevados los embajadores en carrozas de gala pertenecientes a Patrimonio Nacional y tiradas por seis caballos de raza holandesa.
La única diferencia que la prensa ha podido apreciar en el acto tiene que ver con la personalidad de uno y otro monarca. Si Don Juan Carlos era dado a bromear con los medios de comunicación mientras posaba esperando a cada embajador, Felipe VI ha permanecido callado y serio, sonriendo eso sí a los representantes diplomáticos cuando han entrado a saludarle.
Las dos carrozas que se emplean en la ceremonia han recogido este miércoles a los representantes diplomáticos de Uganda, Irán, Corea, Chile, Pakistán en el Palacio de Santa Cruz, sede histórica del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, y desde allí bajan a la calle Mayor en dirección a Bailén.
Al entrar en la Plaza de Armas, --llegan de forma escalonada en intervalos de media hora aproximadamente-- los embajadores han sido recibidos por un destacamento de la Guardia Real, que toca el himno de su país. Felipe VI se ha entrevistado con cada uno de ellos entre las 11.30 horas y las 14.00 horas.