El juez de instrucción número 3 de Palma, José Castro, afronta su última jornada de trabajo, porque se jubila mañana, con la esperanza de no ser recordado solo por haber investigado a la infanta Cristina en el caso Nóos: "No quisiera ser el juez que imputó a una persona determinada".
Después de bajar caminando la famosa rampa de los juzgados de Palma por penúltima vez, Castro ha admitido que no se siente emocionalmente preparado para la despedida: "Creía haberme preparado anímicamente para esto, pero no". "La jubilación forzosa por razón de edad no es algo que te caiga sorpresivamente como una maceta un día de viento, es algo que ya ves venir y por lo tanto te preparas", y en su caso doblemente porque su retiro estaba previsto hace dos años pero se aplazó con una prórroga, ha explicado.
"Creía que estaba preparado con cierta dosis de dureza para afrontar la despedida y lo pasé mal cuando me despedí de los compañeros de Instrucción y lo voy a pasar más dentro de un rato cuando me despida de los compañeros del juzgado de Instrucción número 3", ha relatado.
No elige para el recuerdo ningún momento en especial de su trayectoria profesional de 40 años: "Me quedo con un montón de cosas pero con ningún caso en concreto. Yo no quisiera ser el juez que imputó a una persona determinada porque ha habido muchos casos y quizá a nivel de sensibilidad no sean los más notorios".
"He pasado treinta y tantos años sin imputar a esta señora y solo los últimos, creo que desde 2010, y luego en los tres o cuatro últimos años ha sido cuando ha ocurrido esto. No quisiera pasar pero ustedes dirán si paso o no paso, o paso al olvido que será lo más razonable, seguramente", ha señalado a los periodistas.
En su último día ha evitado pronunciarse también sobre la sentencia del histórico caso Nóos, en la que fueron condenados a penas de prisión Iñaki Urdangarin, Diego Torres y el expresidente del Govern balear Jaume Matas, y que está pendiente de varios recursos ante el Tribunal Supremo. "La sentencia hay que respetarla, hay que acatarla y esperar a lo que decida el Supremo. El nivel de convencimiento que una resolución judicial puede generar en aquellos que la leen puede ser muy diverso", ha indicado.
El juez Castro admite que le habría gustado seguir ejerciendo ya que no se siente "agotado". "A lo mejor si tuviera que subirme a un andamio, le diría que no, pero estando en una mesa y un ordenador yo creo que puedo hacerlo, pero hay que cumplir la ley", ha precisado.
Acerca de sus planes de futuro, continuará dando clases en una universidad privada y está abierto a otras propuestas si le llegan, porque dice que le va "a sobrar mucho tiempo" pero si no llegan: "Me quedo en mi casa o me voy al gimnasio".
Descarta por completo entrar en política: "Ya lo dije en su momento y no sería leal ahora mismo chaquetear, la política no la contemplo". También ha tenido palabras de despedida para los periodistas a quienes ha dicho estar muy agradecido.
"Me han dado algún que otro varapalo, los he asumido como merecidos, he aprendido de ello y agradezco que no me hayan dado más", ha dicho. Hoy le pesará especialmente despedirse de sus compañeros en el Juzgado de Instrucción 3: "Llevan soportándome 27 años, es de las condenas más duras que se han impuesto en Baleares".