Julio Anguita, malagueño de 1941, comenzó a ser conocido
sobre todo por su largo periodo de alcalde de Córdoba. Su profesión era
maestro, pero desde las primeras elecciones locales de la Transición –1979– se
convirtió en un referente de la izquierda, en competencia muchas veces con los
socialistas. Fue el primer alcalde comunista de una capital de provincia y ha fallecido este sábado.
De Córdoba a Madrid, pasando por Sevilla
En aquella época se le llegó a apodar el ‘califa rojo’,
por su peculiar estilo político, sin complejos, mezcla de autoridad y condescendencia
profesoral. De Córdoba saltó a liderar la candidatura de Izquierda
Unida-Convocatoria por Andalucía, la fórmula por la que optaron los comunistas
para intentar reforzar el PCE tras el fracaso en las elecciones de 1982,
abrumadoramente ganadas por el socialista Felipe González.
En competencia con el PSOE
De Andalucía pasó a liderar a los comunistas en toda España
y por añadidura ser el coordinador de IU. El declive del PSOE en los años
noventa permitió a Anguita incrementar sus votos hasta el 10 % del electorado
(21 diputados), los mejores resultados de su formación. Difundió la teoría de
‘las dos orillas’, proponiéndose como referente de la izquierda. Fue la primera
vez que se habló de ‘sorpasso’, intentando superar al PSOE. Con ellos,
decía, solo cabían acuerdos de "programa, programa, programa".
El posterior fracaso electoral de esas ideas y sus problemas
de corazón le llevan a abandonar la política. Regresó a su instituto de
Córdoba. Su retiro y los achaques del corazón no le impidieron mantener cierta
actividad, fundando el Frente Cívico Somos Mayoría. Desde plataformas
republicanas de izquierda radical influyó en los nuevos grupos que se
comenzaron a mover con la crisis económica y el 15-M. Los dirigentes de
Podemos le visitaban en Córdoba con frecuencia.
La guerra de Irak
En 2003, cuando iba a dar un mitin, le informaron de que su
hijo había muerto en Bagdad al ser alcanzado por un misil iraquí mientras
seguía como corresponsal de guerra el avance de las tropas de Estados Unidos.
Anguita subió al escenario, para cumplir con su deber –dijo–, como su hijo
había cumplido con el suyo de informar. Y añadió: "Malditas las guerras y
los canallas que las hacen".