Las elecciones generales del 10-N ya están en el horizonte y los partidos continúan dibujando sus estrategias para captar voto tras unos meses de bloqueo político.
La abstención es el principal enemigo de los líderes políticos, que ven cómo la población muestra su hastío por la falta de acuerdo y el clima de desmovilización del electorado se palpa cada vez más.
El PSOE reúne este jueves a su ejecutiva para analizar la situación y lanzar al partido a unas elecciones en las que aspiran a superar los 123 escaños actuales y que la suma de posibles aliados logre la “gobernabilidad sin depender de los independentistas”.
El
PP, por su parte, acude a las urnas con una seguridad de que mejorará su resultado, que fue el peor de la historia de las filas azules en los últimos comicios. El líder nacional, Pablo Casado, presidirá en el Congreso una reunión conjunta de sus diputados y senadores.
Casado ya advirtió en la anterior campaña electoral, por activa y por pasiva, que la fragmentación del electorado del centroderecha llevaría a Sánchez al Palacio de la Moncloa. Ahora, son conscientes de que podría reproducirse un esquema similar y que la suma de los tres no sirviese para gobernar.
Ciudadanos usará el rechazo de Sánchez a su oferta de abstención para justificar que no se puede pactar con él. Presentará el rechazo del presidente del Gobierno en funciones y líder del PSOE, Pedro Sánchez, a su oferta de última hora para sacar adelante la investidura como una demostración de que no se puede pactar con él tras las elecciones del próximo 10 de noviembre.
Podemos afrontará la nueva campaña alertando a sus electores del riesgo de que resucite el bipartidismo. Lo que trasladarán durante este nuevo tiempo preelectoral es que tras haber cedido a las diferentes condiciones que el PSOE les imponía para entrar en un Gobierno de coalición, finalmente ese acuerdo no pudo ser porque el objetivo real de los socialistas era el de ir a una repetición electoral que les diera algún escaño más que los 123 que poseen en la actualidad.